sábado, 1 de marzo de 2014

¿Hubo colaborador necesario?




No se puede definir como hurto a lo que constituye un daño a la Naturaleza. Me explico: resulta que la Guardia Civil ha podido comprobar, a requerimiento de una entidad bancaria propietaria de una finca en Bárboles (Zaragoza), que en esa heredad se habían talado nada menos que 3.500 olivos. Lo de menos, a mi entender, es el montante económico que ello supone, si tenemos en cuenta que cada olivo tiene un precio estimado en 150 euros. Lo peor de todo, si cabe, es el daño que se ha hecho a nuestra flora con la deforestación insensata por parte de seis individuos, cinco hombres y una mujer, de nacionalidad portuguesa residentes en Épila. El diario Heraldo de Aragón comenta que “a primeras horas de la mañana del jueves 27 de febrero, los agentes sorprendieron a seis personas en el interior del olivar que se encontraban talando olivos con motosierras y preparando montones de leña para su posterior traslado”. Sigue informando ese diario de que “fueron detenidas por un delito de hurto” y de que “la leña obtenida estaba siendo almacenada en una finca de la localidad de Épila  propiedad de un familiar de uno de los detenidos”. Que yo sepa, además del delito de hurto, como digo, se ha producido otra contravención todavía más sangrante, o sea, el de daño a la riqueza nacional que suponen nuestros olivares. Lo que ya no se cuenta en la prensa, al menos de momento, es si tales sinvergüenzas pudiesen haber seguido las pautas de algún descerebrado empleado de esa entidad bancaria. Qué quieren que les diga. Algo huele mal. Por ejemplo: nadie en su sano juicio toma una motosierra y se adentra en un “jardín” ajeno sin saber a qué se arriesga, salvo que sea Ed Gein, el tipo que inspiró la película “La matanza de Texas”. Quedan muchas cosas por aclarar: primero, está claro que los portugueses que talaron los olivos en Bárboles conocían la pertenecía de la finca. Segundo,  ¿quién les facilitó tal información? Tercero, ¿a quién o a quiénes, además de a los desaprensivos taladores, beneficiaba esa tala? No me sirve que con la captura de esos seis individuos, que ni siquiera son de nacionalidad española, se dé carpetazo a un asunto muy serio. Se impone tirar  del hilo si se quiere llegar al final de ese enredo.  Hasta ahora eran habituales las quejas y las denuncias  de los propietarios de fincas de labor, aquellos que tenían sus tierras próximas a carreteras secundarias, de que de sus árboles frutales, sus viñas, sus melonares o los productos de las huertas eran arrasados  por desaprensivos viajeros que “iban por atún y a ver al duque”. Pero no me consta que también talasen los árboles frutales para aprovechar la leña, aunque, visto lo visto, será mejor no dar ideas.

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