lunes, 7 de abril de 2014

El tocho infumable de la nueva monja de las llagas laica





Jesús Cacho, en Vozpópuli, al hacer referencia a los más de 10.000 aforados existentes en España (“una más de las cosas que chirrían en esta democracia de baja calidad”), comenta la proposición de aforamiento que hace el Gobierno para la Reina y los Príncipes de Asturias. Y por aquello de ir por atún y ver al duque, Cacho entiende que  el aforamiento a la Reina será por “pura cortesía” y que “el aforamiento de los Príncipes es apenas un entremés sin mayor importancia comparado con la operación que tras las bambalinas se está pergeñando en torno a la figura del Rey Juan Carlos I”. (…) “Esta inviolabilidad –dice Cacho- ha sido argumentada como el más serio obstáculo, y no precisamente baladí, que se yergue frente a una eventual abdicación del rey en la persona de su hijo”. (…) “¿Cómo evitar que, en caso de abdicación, cualquier ciudadano acuda un día al juzgado de guardia para interponer denuncia contra el ahora Rey por el cobro de tal o cual comisión en tal o cual país u operación?”. La solución parece estar en una Ley de Abdicación que todavía no existe y que blindaría de por vida los actos del Rey cuando dejase de ser Jefe del Estado, de acuerdo con el Título II, Artículo 56, punto 3 de la Constitución. Pero ahora, cuando la salud del monarca parece que está estabilizada a excepción de su problema de cojera, aparece el libro de Pilar Urbano (“esta especie de nueva monja de las llagas laica”, como la define Cacho) señalando entre otras cosas que “para Suárez está clarísimo ya en ese momento que la Operación Armada nace en Zarzuela y que el alma es el Rey: que don Juan Carlos es el muñidor para que Armada sea el presidente de un gobierno de concentración. Incluso que el mismo Rey conocía el Gobierno que el golpista tenía preparado. La Operación Armada nació en La Zarzuela y que el Elefante Blanco era el Rey”. Pero, claro, Suárez ya no puede afirmar lo que cuenta Urbano ni decir lo contrario. Andrés Casinello debería explicar lo que sabe, que algo sabrá, si consideramos que era por aquellos días responsable del CESID, de la misma manera que algo debía saber por aquellos días la Embajada de los Estados Unidos en España, desde el momento que los hijos de los militares americanos residentes en Torrejón de Ardoz recibieron instrucciones para que no acudiesen aquella jornada al colegio.

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