jueves, 24 de abril de 2014

Mónica Oriol



Si resulta una vergüenza que las mujeres trabajadoras ganen en España una media del 18 por ciento menos que los hombres, según el último estudio comparativo de la Unión Europea, ahora aparecen unas declaraciones en los medios de Mónica Oriol, presidenta del Círculo de Empresarios, donde plantea rebajar el salario mínimo interprofesional a las personas sin formación. Su justificación: “hay que dar trato desigual a formación desigual”. Según leo en El País, “se trata de sacar a los ‘nini’ del limbo en el que viven”. De paso, Oriol ha apostado por una segunda reforma laboral “que aproxime el coste de despido a la media europea, que está en 18 días por año trabajado”. Lo que no cuenta esta dama de baja cama es que, por ejemplo, el salario mínimo en Francia es de 1.400 euros mensuales y en España de 650.  No se puede ni se debe sacar a los ‘nini’ del limbo para buscarles acomodo en el infierno. Pretender, como pretende Oriol, “que se permita a las empresas contratar a muchachos sin cualificación con un salario inferior al marcado en convenio colectivo, hasta que ‘produzcan’ lo que cobran”, es un disparate. ¿Cuándo para ese supuesto empresario el muchacho en cuestión tendría un rendimiento suficiente? ¿Qué significaría para el contratador  la palabra ‘suficiente’? No descubro nada nuevo si afirmo que el contratador lo que desea es mucho rendimiento del contratado a cambio de un salario de limosna. Para su regulación, también para evitar abusos, ya existen los convenios colectivos, establecidos por grupos funcionales, donde a cada grupo funcional corresponde un estipendio. Es evidente que a menor salario también se debe exigir menor responsabilidad. Pero aquí lo que habría que determinar es cuánto pretende Oriol que pudiese recibir alguien que estuviese por debajo del SMI. ¿Cuatrocientos euros? ¿Trescientos cincuenta? ¿Trescientos?... Hombre, cualquier cifra siempre les parecerá excesiva. Mejor nada, que trabajen para el inglés y que así vayan haciendo méritos. Que es como decirle al miniasalariado que “así escarmentará”. Pero, ¿de qué tiene que escarmentar la criatura? Esta espiral neoliberal  nos puede conducir en el convoy más rápido hasta un espejo en el que nos veamos reflejados en el escenario más sórdido de las novelas de Van der Meersch. Por algo Mónica Oriol es biznieta del fundador del Talgo.

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