viernes, 23 de mayo de 2014

Obesos vagones




En referencia a la casi cómica situación creada en la República Francesa, que encargó 2.000 vagones por un montante de 15.000 millones de euros y que han resultado ser más anchos que los andenes, el enfado de la ministra de Transportes, Sègolené Royal, es manifiesto. Los responsables de los ferrocarriles franceses, desdoblados en la actualidad en dos entidades públicas: SNCF, responsable de los convoyes, que es por decirlo de alguna manera el equivalente a la española Renfe Operadora, y RFF, responsable de las infraestructuras, las vías y las estaciones y que corre pareja a la española  ADIF, ante semejante disparate han optado por resolver el asunto de la manera más barata y que, además, parece ser la más eficaz, o sea, gastar otros 50 millones en ampliar la caja de la vía 10 centímetros en cada una de las estaciones de cada trayecto a fin de que quepan los “obesos” vagones, según ha explicado Jacques Rapoport, presidente de RFF. En España somos mucho más prácticos que los franceses. Cuando un capricho del gobierno de turno, más aún cuando tal gobierno dispone a su antojo del apoyo incondicional de la mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados y en el Senado, no se adapta a la legislación vigente, en vez de modificar el proyecto para adecuarlo a la norma, se suele optar por modificar las leyes que lo frenan. En España, digo, de haberse encontrado el Gobierno en la tesitura francesa que ahora martiriza a la ministra Royal, se hubiese aprovechado para hacer nuevas todas las estaciones sin darle importancia alguna al coste añadido. Los españoles ya estamos tan acostumbrados a los sacrificios impuestos desde el Poder que ni daríamos mucha importancia al dislate. Y éste, el Poder, nos contaría la milonga de que había hecho estaciones de nueva planta a precios desorbitados por exigencias de la modernidad. Y algunos ciudadanos hasta se lo creerían a pies juntillas. De cualquier modo, comprendan que de algo tienen que vivir, digo yo, las empresas privadas de construcción civil que supuestamente “ayudan” ilícitamente al sostenimiento de algunos partidos políticos y, ya de paso, al enriquecimiento de su tesorero. Porque si no se enriquece su tesorero, que es el que entrega supuestamente las “bufandas” a determinados personajillos que manejan  El Aparato del Poder, ni es tesorero ni es nada. Quedarse supuestamente con parte de la pasta gansa que llega como el maná sin saber de dónde, aumenta el pundonor torero de ciertos sinvergüenzas redomados, convencidos de que lo hacen todo por la Patria.

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