lunes, 7 de julio de 2014

La casa magnética




Decía Laín Entralgo, al hacer referencia a sus paisanos, los aragoneses, que “su virtud esencial es el sentido común, la sensatez, la cordura prudente de la gente discreta y que su instrumento en la vida es la lógica”. Nada que objetar. Pero la estructura lógica de los ediles zaragozanos y la estructura lógica en el cerebro del alcalde Belloch son parecidas a la estructura lógica de un barbo del río Ebro a su paso por el Puente de Piedra, por donde pasamos doblados por el cierzo los vecinos de la margen izquierda cada vez que nos vemos obligados a acudir a la Alcaldía para hacer una reclamación en la sección de Agua y Vertidos, o la de Cabezudos y Festejos Populares, que no sé si se llamará así. Ello viene a cuento con unos asientos sin respaldo colocados cerca de ese peirón de ladrillo que la Asociación de Vecinos de Arrabal, que no representa casi a ningún vecino, colocó el año pasado con motivo del bicentenario de la capitulación de los franceses en los Sitios de Zaragoza. Algo parecido sucede con unos bancos en cuesta en el barrio de Torrero, y así todo. Es el realismo buscado hasta en la incomodidad de algo, en este caso unos bancos que tienen por misión permitir poder sentarse. En fin, o cambiamos de munícipes en las próximas elecciones o muchos ciudadanos terminaremos con desvío de columna en esta Zaragoza que más que la Inmortal Ciudad parece la casa magnética.

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