jueves, 17 de julio de 2014

Mear fuera del tiesto




En septiembre de 2002 José María Aznar casaba a su hija Ana con Alejandro Agag en  el Monasterio de El Escorial. Más tarde se supo que Francisco Correa (el artífice de la trama Gürtel) pagó 32.452 euros para el sarao posterior en la finca Los Arcos del Real, destinada a la cría de caballos, que fueron destinados (según comunicado de Agag al diario El País) a la iluminación de la fiesta. No podía ser menos. Aquella era una fiesta para iluminados del PP, los mismos que ahora nos gobiernan sin tener un proyecto político definido ni un programa político convincente, pero que insisten en decir a los sufridos españoles que “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”. Pero el pasado, pasado está y aquella boda excesiva que fue tratada como una boda de Estado, con la asistencia de los Reyes de España y los primeros ministros de Reino Unido e Italia, pasó al olvido de todos. Lo que aquí recuerdo ahora viene a cuento con la próxima boda de la hija de  Luis de Guindos el próximo día 26 de julio en el Palacio Real de la Granja de San Ildefonso, concretamente en la Real Colegiata de la Santísima Trinidad, propiedad de Patrimonio Nacional, donde reposan los restos de Felipe V y de su esposa Isabel de Farnesio. No acabo de entender que un ministro, en este caso de Economía, utilice un espacio propiedad del Estado y mantenido con los impuestos de todos los españoles que lo estamos pasando tan mal en beneficio propio. Ya puestos, que Patrimonio Nacional le preste a De Guindos el Rolls Phantom IV  con el que el príncipe  Felipe y Letizia Ortiz recorrieron Madrid el día de su boda. ¡Qué menos! En contraposición, a cualquier ciudadano del común que desee visitar esa Real Colegiata se le exige la compra de una entrada de visita al Palacio, como sucede en Aranjuez, en Riofrío, en Yuste… y hasta en el Valle de los Caídos. Los bienes de titularidad del Estado, mantenidos con los impuestos de todos, y no me canso de decirlo, no deben servir de marco para bodas de hijos de ministros, pese a  que tales organismos públicos dependan del Ministerio de la Presidencia. Lo de Aznar fue un exceso de libro. Lo de Guindos, si la boda de su hija se celebra en la Real Colegiata, también.

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