sábado, 2 de agosto de 2014

Lorén, entre los bilbilitanos ilustres




De vez en cuando, por aquello de que la cabra tira al monte, hago referencia a Calatayud. En julio pasado, por la alegría que me produjo que a José Verón Gormaz le concediese el Ayuntamiento el nombre de una calle; ayer, “ídem de lienzo” (expresión coloquial que apareció por primera vez en 1833 durante la Primera Guerra Carlista, cuando los servicios de Intendencia al hacer relación de las prendas destinadas al equipo de la tropa las anunciaba de esa guisa: “Guerreras de paño, ídem de lienzo”, o sea). Digo “ayer, ídem de lienzo” porque leía en “Calatayud.Org” que a don José Galindo Antón, médico, exalcalde, fotógrafo, escritor, académico y con rabo de cargos en su currículo que sería largo de explicar, también le acaba de conceder el Ayuntamiento de la Muy Noble, Leal, Siempre Augusta y Fidelísima Ciudad que preside con aseo el urólogo José Manuel Aranda Lassa, una plaza pública. Y ya que de médicos va la cosa, me gustaría saber si Calatayud cuenta en su callejero con una calle o plaza dedicada a Santiago Lorén Esteban. En caso negativo, sugeriría a don José Manuel que se tuviese presente en la memoria colectiva a ese ginecólogo y escritor nacido en el derruido Belchite y que residió en Calatayud durante mucho tiempo. Autor de numerosas novelas (destaco “Una casa con goteras”, premio Planeta 1953, y “La vieja del molino de aceite”, premio Ateneo de Sevilla, 1984); numerosos ensayos y biografías (“Santiago Ramón y Cajal”, premio Editorial Aedos, 1956, “Del electrón a Dios”, “Historia de la Medicina Aragonesa”, etc.) y varias comedias (“Un muerto para empezar”, estrenada en el Teatro Principal de Zaragoza en 1962, “La rebotica”, estrenada en el bilbaíno Teatro Arriaga en 1983, etc.) y que durante la década 1960-70 tuvo en su piso de consulta la corresponsalía  en Aragón del diario madrileño “Pueblo”. Al ganar el “Planeta” tuvo que someterse a infinidad de entrevistas para los más diversos medios informativos. Cuando algún periodista le preguntaba  la razón por la que se había decidido a escribir novelas, siempre contestaba: “Me compré una máquina para la consulta y como me di cuenta de que era demasiado grande para hacer recetas, le metí unos folios y salió un libro”.En los “Cuadernos del Ateneo” (número 7, año 1988) cuenta Lorén: “Esto que parece una broma es, en cierto modo, verdad. Ocurrió en Calatayud cuando ya llevaba unos años ejerciendo de toco-ginecólogo. La máquina, una Hispano Olivetti, yacía en un rincón de mi consulta, sin apenas uso. Una tarde se me ocurrió practicar con ella cargándola con un folio y empezando a contar las cosas que me habían pasado desde que empecé la carrera hasta cumplir  los cinco años de ejercicio que transcurrían por entonces. En un folio tras otro fui contando y contando y al alcanzar los doscientos y pico folios me di cuenta de que ello podía, quizá, constituir un  libro y le envié el tocho a Janés,  editor entonces de los más conocidos, antecesor con su editorial de la actual Plaza y Janés”. Aquel libro llevaba por título “Cuerpos, almas y todo eso”, clara parodia  al “Cuerpos y almas” de Maxence van del Meersch. En otro momento, Santiago Lorén cuenta el feliz día que recibió respuesta de José  Janés al original por él enviado donde  éste le prometía la publicación de su trabajo. “Recuerdo –escribe- que al lado de mi casa en la Rúa de Calatayud [se refiere a la Rúa de Eduardo Dato] había una librería [se refiere a la ya desaparecida Librería Perruca] y parándonos ante el escaparate le decía a mi mujer: --¿Te das cuenta de que pronto estará mi nombre entre todos esos libros?”. En fin, ya a punto de terminar este trabajo, me puede la curiosidad y me pongo en contacto con el Ayuntamiento de Calatayud.  Pregunto si la Ciudad tiene una calle dedicada a Santiago Lorén. Me contesta el funcionario que amablemente me ha atendido al teléfono que no le consta. A mi entender, Santiago Lorén merecería estar en el callejero  y desde aquí se lo pido al alcalde Aranda. Se lo merece.

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