Leo hoy en El País un artículo de Carlos
Franz titulado “Cebollas dulces”,
donde su autor hace referencia a unas cebollas que no pican y que son, según
él, de un sabor muy agradable. “Cerca de la próspera ciudad de Rancagua, en
Chile- escribe Franz- una empresa aragonesa produce cebollas dulces. (…) En
Rancagua, los vozarrones aragoneses de los cultivadores españoles de cebollas
se oyen a una calle de distancia”. Blanco y en botella. Si hablamos de Aragón,
parece caro que tales cebollas exportadas y plantadas en ese país latinoamericano son procedentes de seis
municipios, Mediana de Aragón, Osera de Ebro, Pina, Quinto y Villafranca y
Fuentes de Ebro, que todos ellos presumen de cultivar una cebolla de escaso
picor con Denominación de Origen Protegida desde 2010, aunque ya sea producida
y comercializada en otras Comunidades Autónomas con ese nombre, o sea “cebolla dulce de Fuentes”, o “cebolla gruesa de Fuentes”. El secreto
está en que tales cebollas son laboradas en terrenos con poco azufre y por
tanto con escaso sulfóxido de tiopropanal, que las hace menos indigestas y
dejan un aliento poco intenso. Pero esa exquisitez
no es para todos los gustos ni sirve para todos los platos. Por ejemplo, a mí
me siguen gustando las tortillas de patata con la cebolla de siempre, la “grano de oro”, que produce lágrimas al
ser troceada e irritan la nariz. De la misma manera, Dios me libre de volver a
hacer unos chipirones en su tinta con esa cebolla aragonesa tan afamada. Me
sucedió en cierta ocasión (ya lo he escrito anteriormente) que la utilicé y los
chipirones resultaron de sabor dulzón. Y a la hora de trocearla en ensaladas me
quedo con la italiana “cebolla roja”,
esa que los mejicanos llaman “cebolla
morada”. Desde aquí invito a confeccionar una tortilla de cebolla y
jengibre, parecida a la tortilla árabe conocida como eggah, donde la cebolla roja aporta a la lengua un cierto sabor
adulzado y el jengibre le añade un regusto cítrico y picante. El resultado
final es curioso.
viernes, 31 de octubre de 2014
jueves, 30 de octubre de 2014
Ni "meybas" ni taparrabos
La casta tienen miedo a Podemos.
Las últimas encuestas del CIS les favorecen cada día que pasa y no por méritos
propios, que no dudo que los tenga, sino por deméritos ajenos. Populistas y
socialistas no acaban de tocar fondo en esa
piscina de agua fecal en la que se encuentran sumergidos. Unos y otros, PP y
PSOE, ese bipartidismo al que le crecen las corruptelas como las amapolas en
los trigales, tiene el rabo de paja. A
nada que se repase la historia reciente de nuestro país, se comprende
fácilmente que la decimonónica fórmula “Cánovas-Sagasta” trasladada a los
tiempos actuales no ha ayudado mucho para poder equipararnos al resto de
Europa. Tampoco la segunda Restauración borbónica llegada en su día de la mano
de Francisco Franco. Como escribía
hace poco el catedrático de Economía Juan
Torres López, y así lo recuerda Carlos
Enrique Bayos hoy en Público,
ambos partidos “no tienen miedo de la formación que lidera Pablo Iglesias sólo porque sepan que podría tomar medidas para
acabar con los privilegios oligárquicos que provocan las crisis y el atraso
económico. Lo que sobre todo les aterroriza es que Podemos encendiera las luces para que todos
los españoles se enteren de cómo se han enriquecido quienes vienen detentando
el poder político, judicial, económico y financiero en los últimos decenios
gracias al dinero público y a su información privilegiada”. Carlos Enrique Bayos
sigue escribiendo que “cuando los periodistas Alfonso Rojo, Eduardo Inda y Hermann Tertsch toman aliento, tras repetir a gritos incesantemente
(para no dejar argumentar a los otros tertulianos ni pensar a los espectadores)
calumnias disparatadas (como que Iglesias y Monedero son cómplices de ETA, lacayos de los ayatolás, ideólogos
de la ‘represión’ chavista y hasta futuros asesinos si llegan al poder),
entonces toman el relevo sesudos catedráticos para argüir que las medidas propuestas
por Podemos en defensa de los oprimidos no sólo son irrealizables sino que, si
fueran posibles, provocarían una auténtica hecatombe económica”. Hoy jueves,
sin ir más lejos, el PP, en la
Junta de Portavoces convocada por Jesús Posada, ha vuelto a
sacar el rodillo para evitar que Mariano
Rajoy comparezca en sesión plenaria, como señala El País, “para explicar las iniciativas del Ejecutivo frente a los
casos de corrupción, como ha pedido toda la oposición”. La situación no es
nueva. Algo parecido ya sucedió el año pasado con el escándalo del extesorero Luis Bárcenas. La Operación Púnica está sacando a
flote parte de esa basura contenida en la piscina llena de aguas fecales y en
la que ni PP ni PSOE hacen pie. El asunto de las corruptelas a todos los
niveles y en todas las instituciones del Estado ha llegado tan lejos que de
nada sirve ya usar taparrabos al estilo de aquel el viejo “meyba” usado por Manuel
Fraga en Palomares, para decir que aquí no pasa nada. Y sí pasa: no hay
dolor de corazón ni propósito de enmienda ni confesión de boca ni satisfacción
de obra en esa caterva de sinvergüenzas.
miércoles, 29 de octubre de 2014
La corrupción que no cesa
Don Juan Carlos de Borbón pidió perdón por su operación de cadera
tras su safari en Botsuana. Ayer Rajoy
pedía perdón en el Senado por la corrupción existente dentro de su partido y
por haber nombrado él a determinados corruptos. Queda muy bien de cara a la galería, en este
caso de cara al ciudadano harto, eso de la atrición y el propósito de enmienda,
pero no es suficiente. Falta la satisfacción de obra y aquí nadie devuelve lo
robado. El anterior rey abdicó con prisa inusitada pero sigue viviendo en La Zarzuela y gozando de
casi todos los privilegios que le asigna el Estado a la Corona. ¿Alguien lo
entiende? Rajoy, por otro lado, ni se plantea dimitir, a pesar del escandaloso
incumplimiento de sus promesas electorales y de las “algarabías” existentes en
el interior de su partido. Por estos
pagos ni se devuelve lo robado, ni se entra en la cárcel salvo excepciones ni
se cesa a todos los corruptos, que ya son legión. Sólo se airean las fechorías
de determinados chivos expiatorios que se apropian de lo ajeno “puenteando” al
partido en un intento vano de salvar el tipo ante la molesta situación creada. ¿Alguien
en su sano juicio entiende, por ejemplo, que pueda seguir en el Gobierno de
España la ministra Ana Mato? Que el
disfraz de enfermera del ébola sea la estrella de Hallowen es como para reflexionar. Y que Mato no se enterase de
nada y fuese apartada del caso por Soraya
Sáenz de Santamaría es como para echarse a temblar. A Rajoy, un tipo con
suerte, le ha salido bien que se haya curado la auxiliar de enfermería de
Becerreá. Pero podía haber salido mal. No se debe tentar a la suerte poniendo
aviones al servicio de frailes moribundos cuando el Estado no financia la cura
de la hepatitis C al considerar inasumible el alto precio del “sofosbuvir”, que el principio activo de
la pastilla de “sovaldi”. Tampoco se
debe confiar en que la economía de este país vaya mejor sólo por inercia, en
función de cómo tire para adelante la economía del resto de Europa. El dontancredismo, o sea, esperar quieto en
la mata por ver qué sucede por ahí afuera para recoger, si acaso, las migajas
del banquete ajeno nos está llevando a una situación insostenible. Rajoy supone
ahora que controlando RTVE se puede volver al viejo No-Do. Sólo falta dotar a
las aldeas de nuevos teleclubes y hacer una reposición de “Crónicas de un pueblo”, como tantas veces se ha hecho ya con “Verano Azul”, pero adaptando los
diálogos del cartero, del alcalde, del
cabo, del cura, del maestro y de los niños de la escuela de Puebla Nueva del
Rey Sancho a los vaivenes del momento. Eso sí, todo muy costumbrista y
edulcorado. En la serie anterior, la de Antonio
Mercero con guión de Juan Farias,
se enseñaba, de paso, el Fuero de los Españoles. Ahora, en una nueva serie, se
puede poner en marcha, por ejemplo, el ventilador que echa la culpa de todos
nuestros males a Zapatero y a los españoles en general, por haber gastado
por encima de nuestras posibilidades, que nos ha llevado a la crisis en la que
nos sumimos y que estamos superando gracias al esfuerzo del adalid Rajoy. De
hecho, ya se acaba de nombrar a José
Antonio Álvarez Gundín (subdirector de La Razón)
como director de informativos de TVE. La sombra de Lara es alargada. Su fiel escudero, Marhuenda, en quien éste tiene puestas todas sus complacencias, está
omnipresente en todas las salsas.
martes, 28 de octubre de 2014
Loterías
Las grandes superficies ya tiene
colocados los turrones navideños y en la carnicería, la pescadería o la
frutería a las que habitualmente acudimos para hacer nuestras compras ofrecen
participaciones de lotería, como todos los años. Pero compramos lotería
compulsivamente, sin caer en la cuenta de que el soñado premio “gordo” ya no es
tan gordo, con esa maldita deducción del 20% que practica el Estado a partir de
los 2.500 euros del premio conseguido. Por si ello fuera poco, también
tendremos que tener cuidado con los fraccionamientos que hacemos para regalar a
amigos y familiares de esos décimos adquiridos, práctica muy común en el sorteo
del 22 de diciembre. Según Hacienda, el gestor del décimo premiado (o sea, el
que acude a la ventanilla de la entidad bancaria con los décimos en su poder)
deberá acreditar en la Agencia Tributaria
que tal premio fue repartido entre varios titulares, en evitación de que tales
fraccionamientos sean considerados como una “donación” y, como consecuencia de
ello, se le deba aplicar al que acude a cobrar su beneficio otro impuesto
añadido: el de “Sucesiones y Donaciones”. O sea, lo mejor que podemos hacer es
no adquirir lotería y dedicar ese dinero que iba a destinarse a probar suerte a
otros menesteres más provechosos, que haberlos, haylos. Las probabilidad de que
toque sólo es del 0’001% mientras que la posibilidad de perder es del 85% y eso
lo explica bien un miembro del Círculo
Escéptico, Julián Aguirre,
catedrático de Análisis Matemático de la Universidad del País Vasco, hoy en el diario Abc. “La suerte no existe –comenta
Aguirre-, las casualidades sí”. De hecho, en España se repitió el “gordo” de la
lotería de Navidad en los años 1956 y 1978, en el número 15.640. Fue una
casualidad. Por esa razón no existen los números “feos” ni las administraciones
de lotería más afortunadas, llámense “Doña
Manolita”, en Madrid, “La Bruixa d'Or”, en Sort, “Lotería Valdés”, en las Ramblas de Barcelona, “Ormaechea”, en Bilbao, etc. Estadísticamente son las
administraciones que más premios reparten a lo largo del año por la simple
razón de que son las que más décimos despachan. Ante la repetición del mismo
suceso aleatorio, a medida que aumenta el número de repeticiones, la
distribución de los resultados se aproxima más a la distribución de
probabilidad. Hagan la prueba con un dado, cuya probabilidad es 1 entre 6, y
apunten los resultados de cada tirada. Ahí obtendrán la respuesta. No le demos
más vueltas. Como dicen por mi tierra: “Jugar por necesidad, perder por
obligación”.
domingo, 26 de octubre de 2014
El hoyo, el bollo y demás mamandurrias
Cuenta hoy Nekane Goñi en un artículo gastronómico en El País, “El hoyo y el bollo”,
que los velatorios de los norteamericanos acaban siendo auténticos festines.
“En las pelis -señala Goñi- siempre macarrones con queso. En España, pegarse un
festín con el finado de cuerpo presente se considera de mal gusto. Aquí nos
arreglábamos con café, aguardiente y rosquillas. Eso cuando se velaba en casa”.
En este sentido, escribí yo un relato hace ya muchos años, “Aquel verano, entre el tío del fagot y el árbol de las genealogías”,
donde contaba cómo con motivo de la muerte de Ramiro Carramiñana, acudí a un velatorio con mi amigo Penicilinas, hijo de un mancebo de
botica. Las mujeres permanecían rezando cerca de la cama, junto al “fiambre”, que llevaba la boina puesta.
Y en el cuarto de estar permanecían los varones, que se miraban unos a otros
por el rabillo del ojo alrededor de una mesa camilla con tapete verde y un
adorno de ganchillo blanco, donde había un plato de rosquillas además de una
botella de Machaquito, otra de Tres cepas y una tercera muy rara, donde
ponía Licor Izarra, también verde… En
fin, ahora con los tanatorios la cosa ha cambiado. Los allegados y amigos del
difunto se acercan a la cafetería anexa para hacer más llevadera su pena. Decir
“¡ay!” con un gintonic en la mano hace más soportable el trance,
aunque la pena sea la misma. Se acerca noviembre y pronto aparecerán en los
escaparates de las confiterías los famosos huesos
de santo, las floristerías harán su particular agosto y las discotecas
anunciarán su fiesta de Halloween, esa horterada innecesaria que no tiene nada que ver
con nuestra cultura latina. A este paso, pronto importaremos la fiesta del Día
de Acción de Gracias, tal como lo hacen los norteamericanos, reuniéndose a comer toda la
saga familiar alrededor de un gran pavo asado. Pero antes de que esa fiesta
estadounidense se “importe” por estos pagos, como ya ha sucedido con el
Halloween, sugiero que los banqueros, políticos y sindicalistas manilargos devuelvan
el dinero afanado y vayan a presidio sin contemplaciones. Será la única forma
posible de que ese Día de Acción de Gracias pueda tener un poco de sentido.
sábado, 25 de octubre de 2014
Mejor no hurgar en la herida
Verán ustedes: el pasado día 27
se agosto, en mi trabajo “Rayas y
estrellas” hacía referencia a otro trabajo mío de días anteriores,
concretamente del 18 de agosto, “Elogio del traje de mil rayas”, en el
que terminaba diciendo que “es necesario recuperar lo antiguo, también en la
forma de ataviarnos, en un intento no sé si vano de perseguir hasta encontrar
el camino inverso a nuestra particular desolación”. Lo que la primera vez no
sabía es que Zara acababa de
descatalogar una prenda de sus tiendas que para los israelíes evocaba
la estrella de David. La empresa de Amancio Ortega decidió retirarla del mercado no sin
antes dejar claro que tal estrella “evocaba
la placa de un sheriff del Lejano Oeste”. Pero aquello no había sido por
casualidad., puesto que había antecedentes. Ya en 2007 esa empresa, Inditex, se había visto obligada a
retirar del mercado un bolso que llevaba entre sus dibujos una esvástica verde.
Pues bien, ahora existe una blusa, en este caso de Mango, empresa presidida por Isak
Andic (que curiosamente procede de familia hebrea sefardí), que molesta a
los alemanes. Y con razón. Se trata de la “blusa-SS”,
tal como se la define en las redes sociales, que recuerda a las insignias de
las Schutzstaffel, aquellas temidas
tropas de asalto nazis que vestían de color bruno y portaban en la gorra de
visera de su uniforme una calavera. A Isak Andic quiero suponer que alguien, no
importa quién, le ha metido un gol por toda la escuadra.
viernes, 24 de octubre de 2014
Estancos, el "holding Comillas" y un poeta social
Me entero de que, de ahora en
adelante, los estancos podrán vender todo tipo de productos por la modificación
de la ley sobre el modelo de distribución de labores en España, publicada en el
BOE el pasado 10 de septiembre. Es decir, que en un estanco, además de sellos
de Correos, tabaco y artículos del fumador, se podrán servir botellas de “Machaquito”, latas de sardinas “El
velero”, calzoncillos “Cañamares”,
o el cancionero con los éxitos más celebrados de Los Chalchaleros. Ha sido una buena idea ese cambio de ley. Los
españoles cada día fuman menos, las pólizas pertenecen al pasado, las letras de
cambio no se estilan, ya sé que no se estila que te pongas para cenar jazmines
en el ojal, cada día se escriben menos cartas de amor y las que llegan al buzón
suelen estar relacionadas con tasas municipales y cargos en cuenta de los
bancos, todas ellas con “franqueo
concertado” para fastidio de los filatélicos. Antes era distinto. Los
estancos se les concedían a las viudas de los generales o a los mutilados de
guerra. Lo que pasa es que mutilados de la última contienda ya casi no quedan y
las viudas de los generales prefieren matar el tiempo en los “rastrillos” y en las mesas petitorias
colocando banderitas. Con tanta necesidad obrera, tanto paria en la Tierra y tanta famélica
legión, a esas distinguidas señoras no les queda tiempo para despachar detrás
de un mostrador cajas de “Farias” y cartones de “Fortuna”. Por otro lado, no está nada
mal que los estancos deriven en bazares al estilo chino, en tiendas de
conveniencia. También se supone que cambiará la labor del Comisionado del
Mercado de Tabacos, (o sea, ese organismo que es lo más parecido a una agencia de
la Gestapo, cuyos agentes secretos aparecían de sopetón
en los estancos y multaban por un
quítame allá esas pajas) y que ahora, con la nueva normativa, sólo podrán
realizar las inspecciones a posteriori,
pero de no sabemos a posteriori de
qué. Con César Alierta desapareció
el monopolio de Tabacalera de la misma
manera que mucho antes había dejado de administrar esa empresa estatal la Compañía de Tabacos de Filipinas, que fue la
primera multinacional española que tuvo un servicio propio de navíos y una
línea de ferrocarril de más de mil kilómetros para el transporte de sus
productos, es decir, el tabaco, la explotación forestal, el azúcar (Central Azucarera de Bais y Central Azucarera de Tarlac) y la
distribución de alcohol, copra, abacá y maguey, así como también la compañía de seguros, la Tabacalera Insurance Co., y la fábrica de papel, la Compañía de Celulosa de Filipinas, que elaboraba
papel y cartón aprovechando el bagazo de la caña de azúcar. Del mismo modo,
creó la red eléctrica de Manila y los tranvías de la capital. Tampoco existe la
que fuese Casa Central, situada en las Ramblas de Barcelona, junto a la Iglesia de Belén y que
ahora ha quedado convertida en el Hotel
1898. La Compañía de Tabacos de Filipinas se constituyó
en Barcelona el 26 de noviembre de 1881 por iniciativa de Antonio López y López (primer marqués de Comillas), el Banco
Hispano Colonial, la
Sociedad General de Crédito Inmobiliario Español y el Banco de París y de los Países Bajos
(Paribas). La Segunda
Guerra Mundial, la ocupación de Filipinas por los japoneses y
la posterior liberación por el Ejército norteamericano ocasionaron una grave
crisis para la Compañía.
Se destruyeron casi todas sus instalaciones y fábricas y las
oficinas centrales en Manila, paralizando los negocios. Ahora la casa madre
está en Holanda. Pero ese es otro cantar.
Por cierto, el poeta Jaime Gil de
Biedma y Alba (tío de Esperanza
Aguirre y de la fotógrafa Ouka Leele,
o sea, Bárbara Allende) fue
secretario general de la
Compañía hasta casi su muerte, en 1990. Su padre, Luis Gil de Biedma, había sido consejero de la Hullera Española antes y después de la guerra
civil; su tío José, Conde de
Sepúlveda, era en 1956 consejero de la Trasatlántica,
compañía de la que Javier Gil de Biedma
Vega de Seoane era entonces secretario general. Su abuelo Javier Gil Becerril había sido el
apoderado en Madrid del Marqués de
Comillas, cargo que debía a su enlace con Isabel Biedma, nieta de Atanasio
de Oñate, consejero de la naviera desde 1882 y hasta su fallecimiento. En
fín, lo dejo aquí, que me canso, o terminaré escribiendo la segunda parte de “Pío XII, la escolta mora y un general sin
ojo”, ahora que Paco Umbral ya
no puede evitarlo, o sea.
jueves, 23 de octubre de 2014
Cervantes y su afición por la cocina
Ayer escribía de un libro de
cocina sobre el que recomendaba su lectura: “Conduchos
de Navidad” de Francisco Martínez
Montiño, editado en 1485 por el que fuese jefe de cocina de Felipe II. En su Capítulo I, sobre “La
colación de Nochebuena y banquetes por Navidad”, hace referencia a la
importancia al guiso de la pintarroja, a los calamares rellenos, al pavo asado,
a las batatas, a los dulces, a los vinos… Pero, de entre todo ello, me llama la
atención su receta sobre la “olla podrida
en pastel”. De ella cuenta que lo de podrida
“no es corrupción de la olla, sino del lenguaje, pues
debe decirse poderida, que significa poderosa por el gran poder
alimenticio que esa olla tiene por suculencia”. Pues bien, aclarado el concepto,
al referirse Martínez a la olla podrida en pastel cuenta lo siguiente:
Conozco a
un hombre de gran valía, que aún no ha llegado a la cuarentena, ha estado en la Gloriosa batalla de
Lepanto; captivo en Argel y ha publicado en los comienzos deste año, la Primera parte de la Galatea, libro que aunque
de fábulas de pastores retrata a gentes muy conocidas. El tal que se llama
Miguel de Cervantes, es muy sabedor de cosas atañentes al Arte de Cocina y, sin
duda por esto muestráseme grandemente aficionado y me consulta, algunas veces
sobre las cosas que escribe y que guardan relación con la materia. Agora anda
metido en el empeño de dar a luz un libro que trata de las aventuras de un
caballero, entre grandemente cuerdo y disparatadamente loco, y un su escudero que
parésceme tiene más de socarrón que de bienaventurado, al cual le hace descir
en el original que me ha mostrado:
“Aquel platonazo que está mas adelate vahando,
me parece que es olla podrida, que por la diversidad de las cosas que en las
tales ollas podridas hay, no podré dejar de topar con alguna que me sea de
gusto y de provecho. Absit, dijo el médico, vaya lejos de
nosotros tan mal pensamiento: no hay cosa en el mundo de peor mantenimiento que
una olla podrida: allá las ollas podridas para los canónigos, o para los
retores de colegios, o para las bodas labradorescas, dejennos libres las mesas
de los gobernadores, donde ha de asistir todo primor y toda atildadura. Hízele observar a mi amigo que la tal olla
puede y debe estar asistida de todo primor y atildadura, pues por algo se pone,
no ya en mesa de gobernadores, sino en la de los propios Reyes, por ser el
manxar nacional de España y como símbolo. Esto aparte de su suculencia, pues no
es un plato sino, quince xuntos, y en tal concepto ella sola vale por una
comida entera. No sé la suerte que habrá corrido mi consejo”.
A continuación, Martínez expone
su receta de cocina sobre la “olla
podrida en pastel”, que omito aquí por no aburrir a los lectores. Un poco
más adelante cuenta su receta sobre los “huevos
de engaño”, cuya lectura es una delicia en su modo de expresarse. En mi
escrito de ayer recomendaba la lectura de ese libro. Hoy voy más lejos:
descubro que Cervantes también entendía de pucheros y que, a veces, se dejaba
aconsejar por Francisco Martínez Montiño, cocinero real que tuvo la suerte de
ver de cerca el manuscrito original de El
Quijote salido de la pluma de Cervantes.
miércoles, 22 de octubre de 2014
Sobre un libro de cocina
Ya han puesto los turrones a la
vista en los “mercadonas” y los “eroskies” (me acabo de inventar el plural) que
hay cerca de mi casa. Sólo falta que vayas a comprar pasta de macarrones o una
lata de bonito y te pongan la musiquita de “pero mira como beben los peces en
el río…”. “Hoy los tiempos adelantan que es una barbaridad”, que decía don
Hilarión en “La Verbena
de la Paloma”.
Tanto adelantan que cualquier día se juntará la Navidad con la Semana Santa y ya no sabremos
si el Hijo de Dios acaba de nacer o ya lo están matando. Un amigo mío, cada vez
que se enfadaba decía “me cago en el turrón”, que era una forma hipocorística
de exonerar el vientre en la señora madre del que le producía el enfado. Bueno,
no era una forma hipocorística del todo, puesto que la palabra griega hypokoristikós significa “con caricias”,
y no hace al caso. El hipocorístico de Francisco es Paco y de José, Pepe, ya lo
sé. Pero cuando alguien se caga en el turrón, no sabemos si con almendras, es
que está muy cabreado con las comisiones bancarias que le han aplicado en los
derechos de custodia de valores mobiliarios; o con el vecino que pone la radio
muy alta a las siete de la mañana. Yo le sugerí que mejor dijera “me cago en
tó”, pero no me hizo caso. Por cierto, existe un libro de Francisco
Martínez Montiño, titulado “Conduchos de Navidad”, escrito en 1584.
Martínez era el jefe de cocinas de Felipe II y en ese libro se refleja la costumbre de comer turrón
en las fechas navideñas ya en el siglo XVI. En ese libro hay una certificación:
Suma de la Tasa.
Juan de Peyuelas, Secretario de la Cámara del Rey nuestro Señor,
y de Gobierno (sic) del Consejo
Certifico que habiéndose visto por los
señores en él, el Libro intitulado Conduchos de Navidad, su autor Francisco Martínez
Montiño, Cocinero Mayor del Rey, que con licencia la sido impreso le tasaron a
seis maravedis (sic) cada pliego, a cuyo precio, y no a más se vendiese, y que
esta certificación se ponga al principio de cada libro, para que se sepa el a
que precio se ha de vender, salvo que estuviere encuadernado. Y para que conste
lo firmo en Madrid a 3 septiembre de 1585.
Don Juan de Peyuelas
PRO=
El libro es de suma importancia
gastronómica. Se hizo una edición facsímile en abril de 1959 a cargo del entonces abogado y amante de los
fogones José Guardiola Ortiz y a expensas del Ayuntamiento de Alicante, que
entonces presidía Agatángelo Soler. Esa edición estaba agotada y se hizo otra
en 2012. La segunda parte del libro lo tituló “Gastronomía alicantina”. En el
prólogo se cuenta que “aprovechando el pretexto de la llegada a Alicante de una
embajada japonesa, en tiempos de Felipe II, y de los agasajos y homenajes que
en nuestra ciudad recibieron tan exóticos visitantes, convierte en autor del
libro al cocinero mayor de tan austero rey, llamado Francisco Martínez Montiño.
Con tal argucia, Guardiola, en un castellano rancio e insuperable, compone la
obra, y la dota de cuantas ‘aprobaciones’ y ‘licencias’ fueron necesarias,
dedicando a ‘obtenerlas’ el tiempo que transcurre desde el quince de Julio de
1.585 al tres de Septiembre del mismo año. Que ya, en aquella época, empezaban
las dificultades”. Recomiendo su lectura.
martes, 21 de octubre de 2014
Hay que irse acostumbrando
Ya han retirado en Zaragoza las
flores a la Virgen del Pilar, donde días pasados el
espabilado de turno se hizo de oro haciendo fotos a aquellos que después de
aguantar fila subían hasta el balconcillo, donde estaba la imagen con el manto
rojo de claveles y la cruz de Lorena incrustada. No podías hacerte la foto con la cámara de un amigo, que tenía que
hacerlas el Delegado De Hacer Fotos, no sé si puesto por el Deán o por el Ayuntamiento que preside Belloch. Un carguillo para sólo breves
días pero con los que se come medio año. España es así, hay que ser delegado de
algo, aunque sea por unos días. Si no, no eres nadie. Ahora toca comprar
flores, aunque sean de plástico, para ponérselas a los muertos cuando empiece
noviembre. Cuenta Burgos en el Abc que está el naranjo en flor junto a la Torre del Oro. Otoño.
Acortan los días pero todavía no hace frío. Y los peatones, cuando nos
encontramos y nos saludamos, hablamos sobre cómo está España. Lo hacemos como
si se tratase de un familiar a punto de fenecer. “Hoy parece que ha amanecido
con mejor cara”, me dice el conocido de
acera. Yo le he contado mi queja: lo de las piruletas con forma de corazón. Le
he dicho que el fabricante de caramelos Fiesta,
José Ángel Mayoral Ortiz, se ve obligado
a cerrar su fábrica en Alcalá de Henares por no poder pagar a los acreedores.
Pero mi contertulio, sin inmutarse, ha preferido hablar sobre los gorriones.
“¿Se ha dado cuenta de que están desapareciendo los gorriones?”. “Pues no sé
–le respondo-, no me había dado cuenta”. Ahora mueren los olmos de grafosis,
los gorriones desaparecen y, como escribió Antonio
Gala, “vamos tanteando el vacío sin darnos cuenta de que el vacío somos
nosotros. En nosotros no concluye nada ni somos nunca el fin”. Ya ni siquiera
recordamos en qué jaula hemos estado cautivos. La vida, como envejecer, es irse
acostumbrando.
Sistema moribundo
El periodista Alberto Lardiés lo tiene muy claro: “O
se regenera España por la vía de las reformas legales profundas o habrá que
votar a Pablo Iglesias para
zarandear este sistema moribundo”. Y eso lo cuenta en el mismo medio (Vozpópuli) donde otro colega, Jesús Cacho, al referirse a Rodrigo Rato, en su artículo “El hombre al que perdió la soberbia y el
dinero”, señala lo siguiente:
“Él y otros como él son los directos
responsables de la deriva comatosa, el camino de perdición que a partir de
primeros de los noventa ha recorrido nuestro sistema político, devenido en una
triste cloaca donde chapotea toda corrupción imaginable. Solo había en ellos
espejo para el dinero, alma para su firme determinación de enriquecerse, su querencia a pagar favores con favores,
a confundir lo público con lo privado, a caminar por el lado oscuro de la ley,
a dar la espalda a las necesidades a largo plazo de un país que, tras la
pobreza vivida de siglos, tras los siglos de borbónicas incurias, hubiera
necesitado de la exquisita honradez de unas élites ejemplares para pavimentar
con solidez su camino hacia el futuro. No fue así, no ha sido así y por
eso estamos aquí. "De
todas las historias de la
Historia / sin duda la más triste es la de España / porque
termina mal" (Jaime Gil de Biedma).
Da pena escuchar eso. El tema de
las tarjetas opacas de Cajamadrid sólo
es un caso más de lo que acaece en España. Rato salió del FMI sorpresivamente,
sin dar tiempo a la reacción. Pasó algo parecido con Juan Carlos I, donde desde
el Gobierno y la “presa del pesebre” rebozaron esa “espantada súbita” con el
pan rallado de que el Rey “tenía pensada su abdicación desde principios de
año”. Nadie con dos dedos de frente se lo creyó. Y lo primero que se le ocurrió
hacer Rajoy, sin que la ciudadanía se lo pidiese y antes de que el nuevo
rey fuese coronado, fue aforar al
rey saliente por procedimiento de
urgencia y con carácter retroactivo el domigo, 13 de julio (BOE, 12 de julio)
mediante un artículo en el que se establecía que las posibles causas civiles y
penales que pudieran entablarse contra el rey después de su abdicación de
dirimirían en el Tribunal Supremo, “atendiendo a la dignidad de la figura de
quien ha sido el Rey de España, así como al tratamiento dispensado a los
titulares de otras magistraturas y poderes del Estado”. El pusilánime Rajoy ya
podía respirar tranquilo tras haber dado en el chiste con esa “extravagancia
jurídica” por el carácter retroactivo de tal privilegio. Y, colorín, colorado, se cerró un aforamiento
exprés y total de Juan Carlos en el
Congreso, en sesión extraordinaria y sólo con el voto del PP, de los dos
diputados de UPN y Foro de Asturias. ¡Oh, que lindo¡ España puede ser
republicana o monárquica, o mitad y mitad, pero lo que no se puede consentir de
ninguna de las maneras es que Urdangarín,
yerno del rey, o Spottorno, jefe de la Casa Real, estén
presentes en el juego de la corrupción, cuando su probidad debería haber sido
exquisita en un país donde existen seis millones de ciudadanos desempleados y
donde los datos de Cáritas ponen los pelos de punta.
lunes, 20 de octubre de 2014
Falta vergüenza torera
Lo más gracioso de la prensa de
hoy, si me lo permiten los lectores, es el fotomontaje del encuentro Hitler-Franco en Hendaya en “Libertad digital”, donde aparece en
medio de ellos alguien que ya ha sido trending topic por su osadía. Me refiero a Francisco Nicolás Gómez Iglesias, estudiante del Centro Universitario de Estudios Financieros ahora acusado de haberse hecho
pasar por asesor del Gobierno de España, por agente de CNI y por haber estafado
25.000 euros falsificando informes. La magistrada del Juzgado de Instrucción
número 24 de Madrid, que le puso en libertad provisional a primera hora de la
mañana del pasado 17 de octubre, refleja en
su auto, entre otras cosas, que “no acierta a entender cómo un
joven de 20 años, con su mera palabrería, aparentemente con su propia
identidad, pueda acceder a las conferencias, lugares y actos a los que accedió
sin alertar desde el inicio de su conducta a nadie”. De la misma manera,
el psiquiatra-forense que le atendió al ser detenido informó a la juez tras un
reconocimiento (no sabemos si de diván, como en las películas americanas) que
ese joven posee “una florida ideación delirante de tipo megalomaníaco”. ¡Toma
ya! Eso, dicho así, parece más un verso de “Claridad
triunfante” de Leopoldo Lugones
que otra cosa: “…que así, a la gloria
próxima del lírico derroche…”, o sea. Francisco Nicolás estuvo en los actos
de coronación de Felipe VI, en
reuniones con empresarios del Ibex-35, en desayunos
informativos, en el palco del Santiago
Bernabéu. Se presentaba como miembro de la Oficina Económica
o de la
Vicepresidencia, sin exhibir, y sin que tampoco nadie se la
exigiera ningún tipo de documentación acreditativa, y se desplazaba en un coche
carísimo al que ponía sobre el techo, cuando las circunstancias lo requerían,
una luz azul giratoria como las que llevan los vehículos camuflados de la
policía y que sólo utilizan en circunstancias especiales para abrirse paso.
Tuvo que ser la Embajada
de los EE.UU en España la que no permitiera “colarse” a ese joven a una
recepción dentro de sus instalaciones. A los sobrinos del Tío Sam es difícil dárselas con queso. En fin, el joven Francisco
Nicolás le ha metido un gol por toda la escuadra a todo un servicio secreto de la Cuesta de las Perdices que
está en la inopia. Félix Sanz Roldán
(secretario de Estado-Director de CNI) y Elena
Sánchez Blanco (secretaria general), ambos dependientes del Ministerio de la Presidencia, es decir
de Soraya Sáenz de Santamaría, deberían
pedir la cuenta por vergüenza torera. El sueldo hay que ganárselo.
domingo, 19 de octubre de 2014
Cayetano García en el recuerdo
De Antonio Burgos extraigo, y que yo no sabía, aquello que predijo el
canciller Bismark: “Estoy firmemente
convencido de que España es el país más fuerte del mundo. Lleva siglos
queriendo destruirse a sí mismo y todavía no lo ha conseguido”. Este es un país
insólito. Aquí, en Zaragoza, donde resido desde antes de que al Pilar le alzaran las dos últimas torres que
dan al norte, o sea, la de san Francisco
de Borja y la de santa Leonor (haciendo
memoria del matrimonio que las costeó, Francisco
Urzáiz y Leonor Sala), resulta que esta pasada noche un tipo de 30 años ha
resultado herido grave al intentar salir del taxi que le llevaba no sabemos
adónde por una ventanilla. Está claro, por la edad del viajero, que éste no
había transitado nunca a bordo de los viejos carruajes de ferrocarril, aquellos
que disponían de balconcillo y una manivela para frenar el convoy, en los que
avisaba: “Es peligroso asomarse al exterior”. Era un aviso con pleonasmo
incluido, que lo hacia más contundente y aparatoso. La noticia sigue contando
que el taxista dio negativo en la prueba de alcoholemia. Hombre, hacer soplar
al conductor cuando un viajero se tira en plena carrera de punta cabeza contra
el asfalto está fuera de lugar, salvo que se trate de un desasosiego
insuperable al ser conducido por del chofer de Drácula. Recuerdo cuando el periodista Mariano Gracia (En “Tinta de
hemeroteca”, enero 24, 2011) se hacía eco de una entrevista para Heraldo de Aragón sobre los últimos
coches de punto arrastrados por caballos, que en Zaragoza circularon hasta
1953. Y recuerda cuando uno de los últimos cocheros, Cayetano García, contaba al periodista Marcial Buj: “Cuatro pesetas carrera. Créame que se pierde dinero.
Por eso mismo se retiraron los demás. Todas encerraron y vendieron los
caballos. El coche no da para mantener a una familia”. En aquella entrevista,
el cochero recordó el coche de Francisco Urdáiz: “El coche de don Paco: ¡cómo alegraba las calles
zaragozanas aquel soberbio ‘milord’
de cuatro jacas con sus cascabeles y sus adornos! ¡Qué color le echaba! ¡Y qué
lástima que dejara de salir!”. En fin, ha sido necesario que un descerebrado se
tirase de cabeza esta pasada noche por la ventanilla de un taxi, para que
hilase la noticia con el recuerdo de Cayetano García, el último conductor de
simón que tuvo Zaragoza.
sábado, 18 de octubre de 2014
El rollo enmascarado
Señala Jesús Alfaro en Vozpópuli
que “no podemos protegenos frente a la incompetencia. No hay medidas preventivas
que podamos adoptar para evitar los desastres que provocan los incompetentes”.
Y pone algunos ejemplos: José Antonio Sánchez, que tras aparecer en los
papeles de Bárcenas y hundir Telemadrid, le acaba de conceder el
Gobierno la presidencia de RTVE; Ana Mato, mujer de dudosa
reputación ética (caso Gürtel), “cuya capacidad de gestión se le suponía
-como el valor a los militares que nunca han combatido- cuando su amigo Rajoy la hizo ministra”; Magdalena
Álvarez, a la que Felipe González colocó de ministra pese a que “fue una
incompetente de estatura sideral, capaz de que le montaran el mayor fraude a las arcas
públicas de la historia de la democracia delante de sus narices sin – según
ella – enterarse de nada”; etcétera. Antaño todo era distinto y
determinados incompetentes aupados a cargos de responsabilidad eran como
anodinas guidas escarchadas sobre pasteles de merengue. “El Estado –según
palabras de Alfaro- hacía pocas cosas y la mayor parte de ellas muy simples:
mantener un ejército y el orden público, pagar los sueldos de los maestros y
poco más”. (…) “Pero todo cambió cuando el Estado decide sobre cosas
complejísimas y se ocupa de cosas que requieren un enorme talento gestor”. Ahí
es cuando ya no sirven los incompetentes ni los amigotes ni los “versos
sueltos” capaces de meternos en tremendos líos internacionales. No se debe
conceder un puesto público de responsabilidad a un sansirolé de mierda cuyo
aparente mérito a ojos de quien le nombra es el de no parecer demasiado ladrón.
Como cantaba Manel Joseph con la Orquesta Platería
en la balada de “Pedro Navaja” : La vida te da sorpresas, ¡ay, Dios…!
viernes, 17 de octubre de 2014
Elogio del gorrilla
Pues nada, que el gorrilla ya
tiene derecho a que su nombre figure en el Diccionario de la Real Academia. En realidad,
gorrilla, gorrilla, es el nombre que se ha sido dando desde tiempo inmemorial a
los aparcacoches espontáneos en la ciudad de Sevilla, que por extensión ejerce
su cometido en todo el territorio nacional. Porque gorrilla también lo eran los
maleteros de estaciones de ferrocarril, ya extinguidos desde que a las maletas
les pusieron ruedas, y los subalternos de las plazas de toros que controlan las
entradas a los espectáculos. A los gorrillas nunca hay que confundirlos con los
gorrones, que esos no acostumbran a llevar gorra de plato, sino un careto como
el cemento armado. Alguien me dijo que existía una forma de espantar a los
gorrillas que no fallaba. Se trataba de un idioma falso, pero contundente:
“Ijams aguanchflei, ti ta nocsche cojoustacambo”. El que me dijo eso me aseguró
que no fallaba, siempre que se dijera con timbre imperioso y mirándole
fijamente a los ojos. Susana Regueira, que sabe mucho de estos temas, contaba
en Faro
de Vigo que José, el tipo al que le hizo una entrevista hace unos meses,
“coloca los coches como moviendo un cubo de Rubik: saca uno, adelanta otro,
mueve un tercero hacia otra fila... Todo un rompecabezas mecánico hasta
conseguir dejar en la acera el vehículo de su cliente”. El gorrilla fetén no es
un ganapán sino persona de fiar, que conoce a todos los conductores por su
nombre y conserva en su bolsillo todos las llaves de los vehículos que tiene a
su custodia. En él se deposita toda la confianza, como un banco se la otorga al
cajero. El gorrón, en cambio, vive de gorra, o sea, a costa de otros. Los hay
de todas las clases sociales, profesiones, edades y sexos Su origen se remonta
a los siglos XVI –XVII, cuando los estudiantes se vestían con gorra, se colaban
en los banquetes y hacían enormes aspavientos al saludar, como si conociesen a
todos los invitados. Hubo otra figura, la de “capigorrón”, de capa y gorra, que
hacían de mozos de otros estudiantes más adinerados a cambio de poder asistir
gratis a las clases. Pero el gorrilla, cuyo nombre ya figura en el Diccionario
de la RAE, vive
de las propinas a cambio de un servicio. Como aquellos “mozos del exterior” de
los andenes que cobraban “la voluntad”. Nunca se cuestionó su profesionalidad.
jueves, 16 de octubre de 2014
Negociado de ideas
Leo en la prensa de hoy que
“Hacienda estima que las CCAA recaudarían 1.700 millones más si subieran los
impuestos”. Vamos, que hay margen si se incrementase el gravamen el 10% en
transmisiones patrimoniales, el 1’5% en actos jurídicos documentados, si se
pone un canon autonómico sobre hidrocarburos y otro en los medios de
transporte. Cristóbal Montoro da
ideas. Lo que pasa es que los partidos políticos instalados en el poder son
conscientes de que tales medidas les restarían votos. Y eso no mola. Podía haber
dicho Montoro (porque Hacienda es muda) que sería una acertada medida eliminar
diputaciones provinciales, televisiones y radios regionales, asesores a
tutiplé, despachos habilitados en cabeceras de comarcas recientemente
inventadas a mayor gloria de esos partidos, defensores del Pueblo inoperantes,
coches oficiales, excesiva burocracia, duplicidad de servicios, etcétera. Pero
Montoro también podría haber dicho que subiendo el doble de lo que estima, la
recaudación podría ser de 3.400 millones. No sé que patrimonio vamos a transmitir como herencia a
nuestros hijos si ya nos clarea la raspa. Tampoco sé cómo “se lo montan” de un
tiempo a esta parte notarios y registradores, si se considera que la burbuja
inmobiliaria pinchó y que ellos, ¡pobrecitos!, son funcionarios públicos
retribuidos mediante el sistema de arancel, es decir, que reciben sus
percepciones directamente de los ciudadanos a quienes prestan sus servicios.
Está claro que Hacienda debería instalar en todas sus Agencias Tributarias el “Negociado de Ideas”, donde se
estudiasen todos los pensamientos propuestos por el ciudadano masoca y que les
favoreciesen. Ahí, en ese nuevo negociado, no cabría el “vuelva usted mañana” del funcionario indolente que tanto molestaba
a Mariano José de Larra. Lo del
canon sobre hidrocarburos ya es otra cosa. Está comprobado que el ciudadano
prefiere quitárselo de comer que quedarse sin utilitario. Se protesta cuando
sube el precio del arroz, de los guisantes o de las lechugas, pero en el
surtidor de gasolina paga y calla. El coche, aunque sólo se use una vez cada
treinta días para ir al pueblo, se ha convertido en un fetiche que hay que
cuidar, lavar y acariciar con mimo desde el sábado por la mañana hasta el
domingo por la tarde. Con el automóvil hay que presumir cuando se llevan flores
de plástico al cementerio de la aldea remota el día de Todos los Santos. Al
hambre ya estamos acostumbrados.
Elena Francis al difumino
La familia Fradera fue dueña en
Barcelona de un importante salón de belleza y de unos laboratorios cosméticos.
Allá por octubre de 1947, a
Francisca Bes Calvet, esposa de José Fradera Butsems, que entonces era
propietario del Instituto y los Laboratorios Francis (Bel Cosmetic), se le ocurrió la idea de hacer un programa de radio
dirigido a las mujeres españolas que, de paso, sirviera como soporte
publicitario a sus “cremas hidratantes”.
Aquella aventura duró desde aquel año hasta 1984. Comenzó sus andanzas
hertzianas en Radio Barcelona (Fradera
era amigo de Ramón Barbat, entonces
director de aquella emisora de la Cadena SER). A partir de octubre de 1966 pasó a emitirse
en Radio Peninsular y en Radio Intercontinental. En realidad fue
Barbat el que propuso al industrial catalán hacer un programa dirigido a las
mujeres y patrocinarlo con los productos cosméticos de su laboratorio. A
aquella primera reunión (1947) también acudieron, además de Fradera, Bes y
Barbat, Jaime Torrens, jefe de
Programas, Jorge Janer, jefe de
Emisiones, Isidro Solá y Ángela Castells (guionista); y del
embrión de aquel encuentro conjunto salió
al aire el futuro programa radiofónico. Jorge Janer propuso una
sintonía: “Indian Summer”, del
compositor Víctor Herbert. El
espacio previsto sería de media hora de duración y en él se recibirían cartas
que Elena Francis (nombre ficticio)
iría contestando en número máximo de siete respuestas por programa, “que se irían ajustando al perfil de mujer
española y católica”. Y ahí es cuando comenzaron a entrar en aquel “juego”
diferentes locutoras: María Garriga,
Rosario Caballé, Maria Teresa Gil, Soledad
Ambrojo y Maruja Fernández del Pozo.
La primera voz que daba lectura a las cartas era María del Carmen Torres y en los últimos años Pilar Morales. Los guionistas responsables del programa y que
redactaban las respuestas radiadas fueron Ángela
Castells (desde 1947 hasta 1952), Maria
Castañé, Joaquina Algars, L.Taboada, Eduardo Alarcón (entre 1959 y 1962) y Juan Soto Viñolo desde 1966 hasta su fin en 1984. En el blog “El medio sonoro” (viernes, 27 de
febrero de 2009), bajo el título de “El
consultorio de Elena Francis”, aparece lo siguiente:
“El primero que se atrevió a “desnudar” a
Elena Francis fue Gerard Imbert en su libro ‘Elena Francis, un consultorio para
la transición’ (1982): El consultorio radiofónico de Elena Francis no es más
que un simulacro, un fetiche; pero se trata de un simulacro en el que en
realidad no existe ni siquiera estafa. Elena Francis es su voz simplemente, una
voz hecha carne que no necesita de encarnación personal. Existe realmente,
socialmente, como representación ideológica, como hecho del lenguaje. Y no se
puede hablar en este caso de una usurpación de identidad, sino de una creación
ficticia de identidad. El consultorio se desarrollaba en un marco de claras
connotaciones nacional-católicas y de defensa de una imagen tradicional de la
mujer. Aunque supuestamente Francisca Elena Bes era la que atendía inicialmente
las respuestas, la realidad es que el consultorio de Elena Francis era un
programa patrocinado por una empresa cuyo objetivo era la venta de sus
productos. Las respuestas a las cartas estaban escritas por el equipo de
guionistas de Radio Barcelona. El halo de misterio que rodeó siempre al personaje
de Elena Francis perduró hasta sus últimos años de emisión, misterio al que los
responsables del programa también colaboraban con un pacto de silencio respecto
a la verdadera identidad del personaje".
¿Y por qué cuento yo todo eso?
¿Por nostalgia? No. Lo que sucede es que he leído en La
Vanguardia que el pasado lunes, 13 de octubre, murió Roser Cavallé (Rosario Caballé)
locutora y actriz de doblaje que fue la voz de Elena Francis durante 16 años.
Descanse en paz.
(Fuentes: Blog “El medio sonoro”, y el libro “Querida
Elena Francis”, del crítico taurino Juan
Soto Viñolo (Grijalbo, 1995) sin cuyas ayudas hubiese resultado harto
trabajoso conseguir la necesaria información).
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