domingo, 19 de octubre de 2014

Cayetano García en el recuerdo





De Antonio Burgos extraigo, y que yo no sabía, aquello que predijo el canciller Bismark: “Estoy firmemente convencido de que España es el país más fuerte del mundo. Lleva siglos queriendo destruirse a sí mismo y todavía no lo ha conseguido”. Este es un país insólito. Aquí, en Zaragoza, donde resido desde antes de que al  Pilar le alzaran las dos últimas torres que dan al norte, o sea, la de san Francisco de Borja y la de santa Leonor (haciendo memoria del matrimonio que las costeó, Francisco Urzáiz y  Leonor Sala), resulta que esta pasada noche un tipo de 30 años ha resultado herido grave al intentar salir del taxi que le llevaba no sabemos adónde por una ventanilla. Está claro, por la edad del viajero, que éste no había transitado nunca a bordo de los viejos carruajes de ferrocarril, aquellos que disponían de balconcillo y una manivela para frenar el convoy, en los que avisaba: “Es peligroso asomarse al exterior”. Era un aviso con pleonasmo incluido, que lo hacia más contundente y aparatoso. La noticia sigue contando que el taxista dio negativo en la prueba de alcoholemia. Hombre, hacer soplar al conductor cuando un viajero se tira en plena carrera de punta cabeza contra el asfalto está fuera de lugar, salvo que se trate de un desasosiego insuperable al ser conducido por del chofer de Drácula. Recuerdo cuando el periodista Mariano Gracia (En “Tinta de hemeroteca”, enero 24, 2011) se hacía eco de una entrevista para Heraldo de Aragón sobre los últimos coches de punto arrastrados por caballos, que en Zaragoza circularon hasta 1953. Y recuerda cuando uno de los últimos cocheros, Cayetano García, contaba al periodista Marcial Buj: “Cuatro pesetas carrera. Créame que se pierde dinero. Por eso mismo se retiraron los demás. Todas encerraron y vendieron los caballos. El coche no da para mantener a una familia”. En aquella entrevista, el cochero recordó el coche de Francisco Urdáiz: “El coche de don Paco: ¡cómo alegraba las calles zaragozanas aquel soberbio ‘milord’ de cuatro jacas con sus cascabeles y sus adornos! ¡Qué color le echaba! ¡Y qué lástima que dejara de salir!”. En fin, ha sido necesario que un descerebrado se tirase de cabeza esta pasada noche por la ventanilla de un taxi, para que hilase la noticia con el recuerdo de Cayetano García, el último conductor de simón que tuvo Zaragoza.

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