martes, 21 de octubre de 2014

Hay que irse acostumbrando





Ya han retirado en Zaragoza las flores a la Virgen del Pilar, donde días pasados el espabilado de turno se hizo de oro haciendo fotos a aquellos que después de aguantar fila subían hasta el balconcillo, donde estaba la imagen con el manto rojo de claveles y la cruz de Lorena incrustada. No podías hacerte la foto  con la cámara de un amigo, que tenía que hacerlas el Delegado De Hacer Fotos, no sé si puesto por el Deán o por el Ayuntamiento que preside Belloch. Un carguillo para sólo breves días pero con los que se come medio año. España es así, hay que ser delegado de algo, aunque sea por unos días. Si no, no eres nadie. Ahora toca comprar flores, aunque sean de plástico, para ponérselas a los muertos cuando empiece noviembre. Cuenta Burgos en el Abc que está el naranjo en flor junto a la Torre del Oro. Otoño. Acortan los días pero todavía no hace frío. Y los peatones, cuando nos encontramos y nos saludamos, hablamos sobre cómo está España. Lo hacemos como si se tratase de un familiar a punto de fenecer. “Hoy parece que ha amanecido con mejor cara”,  me dice el conocido de acera. Yo le he contado mi queja: lo de las piruletas con forma de corazón. Le he dicho que el fabricante de caramelos Fiesta, José Ángel Mayoral Ortiz, se ve obligado a cerrar su fábrica en Alcalá de Henares por no poder pagar a los acreedores. Pero mi contertulio, sin inmutarse, ha preferido hablar sobre los gorriones. “¿Se ha dado cuenta de que están desapareciendo los gorriones?”. “Pues no sé –le respondo-, no me había dado cuenta”. Ahora mueren los olmos de grafosis, los gorriones desaparecen y, como escribió Antonio Gala, “vamos tanteando el vacío sin darnos cuenta de que el vacío somos nosotros. En nosotros no concluye nada ni somos nunca el fin”. Ya ni siquiera recordamos en qué jaula hemos estado cautivos. La vida, como envejecer, es irse acostumbrando.

No hay comentarios: