jueves, 30 de octubre de 2014

Ni "meybas" ni taparrabos




La casta tienen miedo a Podemos. Las últimas encuestas del CIS les favorecen cada día que pasa y no por méritos propios, que no dudo que los tenga, sino por deméritos ajenos. Populistas y socialistas  no acaban de tocar fondo en esa piscina de agua fecal en la que se encuentran sumergidos. Unos y otros, PP y PSOE, ese bipartidismo al que le crecen las corruptelas como las amapolas en los trigales, tiene el  rabo de paja. A nada que se repase la historia reciente de nuestro país, se comprende fácilmente que la decimonónica fórmula “Cánovas-Sagasta” trasladada a los tiempos actuales no ha ayudado mucho para poder equipararnos al resto de Europa. Tampoco la segunda Restauración borbónica llegada en su día de la mano de Francisco Franco. Como escribía hace poco el catedrático de Economía Juan Torres López, y así lo recuerda Carlos Enrique Bayos hoy en Público, ambos partidos “no tienen miedo de la formación que lidera Pablo Iglesias sólo porque sepan que podría tomar medidas para acabar con los privilegios oligárquicos que provocan las crisis y el atraso económico. Lo que sobre todo les aterroriza  es que Podemos encendiera las luces para que todos los españoles se enteren de cómo se han enriquecido quienes vienen detentando el poder político, judicial, económico y financiero en los últimos decenios gracias al dinero público y a su información privilegiada”. Carlos Enrique Bayos sigue escribiendo que “cuando los periodistas Alfonso Rojo, Eduardo Inda y Hermann Tertsch toman aliento, tras repetir a gritos incesantemente (para no dejar argumentar a los otros tertulianos ni pensar a los espectadores) calumnias disparatadas (como que Iglesias y Monedero son cómplices de ETA, lacayos de los ayatolás, ideólogos de la ‘represión’ chavista y hasta futuros asesinos si llegan al poder), entonces toman el relevo sesudos catedráticos para argüir que las medidas propuestas por Podemos en defensa de los oprimidos no sólo son irrealizables sino que, si fueran posibles, provocarían una auténtica hecatombe económica”. Hoy jueves, sin ir más lejos, el PP, en la Junta de Portavoces convocada por Jesús Posada,  ha vuelto a sacar el rodillo para evitar que Mariano Rajoy comparezca en sesión plenaria, como señala El País, “para explicar las iniciativas del Ejecutivo frente a los casos de corrupción, como ha pedido toda la oposición”. La situación no es nueva. Algo parecido ya sucedió el año pasado con el escándalo del extesorero Luis Bárcenas. La Operación Púnica está sacando a flote parte de esa basura contenida en la piscina llena de aguas fecales y en la que ni PP ni PSOE hacen pie. El asunto de las corruptelas a todos los niveles y en todas las instituciones del Estado ha llegado tan lejos que de nada sirve ya usar taparrabos al estilo de aquel el viejo “meyba” usado por Manuel Fraga en Palomares, para decir que aquí no pasa nada. Y sí pasa: no hay dolor de corazón ni propósito de enmienda ni confesión de boca ni satisfacción de obra en esa caterva de sinvergüenzas.

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