martes, 4 de noviembre de 2014

Maroto y el de la moto




Las grandes empresas proponen  medidas para bajar el paro siempre que disminuya el fraude laboral y las empresas se hagan más grandes. Vamos, que si los inspectores de trabajo se dedicasen a inspeccionar, que para eso cobran, y las pequeñas empresas de tres o cuatro operarios se hiciesen tan grandes como los Altos Hornos de Vizcaya para vender productos de abacería, el paro disminuirá considerablemente. Al menos así lo entiende César Alierta, presidente del Consejo Superior para la Competitividad. De la misma manera, habría que decirle a Alierta que si se pagasen los dividendos de las “matildes” por el mismo importe efectivo que se pagaron en años anteriores y no a casi la mitad, como se practica ahora, el ciudadano corriente que se metió en tal aventura bolsística ya en los legendarios tiempos de Barrera de Irimo, dispondría de más dinero para comprar en Mercadona artículos de primera necesidad, o sea, macarrones y esas cosas. En su informe “España 2018”, Alierta ha asegurado que  “España tiene una clara oportunidad para mejorar su escenario macroeconómico a través de un cambio radical". Cuando los empresarios hablan de "cambio radical" todos sabemos a qué se están refiriendo. Son los cambios que proponía aquel Fernández Ordóñez al que todos llamaban Mafo, un tipo que ahora está en la cárcel, Rosell y Maroto, el de la moto. Para Alierta, digo, es posible el reto si se lleva a cabo con el esfuerzo de todos para que vuelva a ser un país –dice- que sorprenda al resto del mundo. Hombre, lo que cuenta ese señor por todos es sabido. España está sorprendiendo al resto del mundo por la corrupción política, por los inexplicables “sicav” que practican gente como él, por las tarjetas “to’pagao” de Cajamadrid, por los fraudes en los ERE en Andalucía… También resalta Alierta “la importancia de mejorar el nivel educativo de la población para reducir la brecha de bienestar con los principales países desarrollados”. Nunca ha habido muchachos tan bien preparados en España que, por las circunstancias, tienen que mendigar trabajitos de mierda en Alemania. Alierta haría bien en callarse. El Consejo Superior de la Competitividad en un país con casi seis millones de parados sin visos de solución queda muy bien. De vez en cuando se reúnen sus miembros, sueltan frases-papilla y consideran que, de seguir sus consejos, este país irá mejor. Mejor para ellos, claro.

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