domingo, 8 de marzo de 2015

Real corsé




El diario ABC me da el desayuno de hoy domingo con unas fotos inéditas del corsé que llevaba puesto Isabel de Borbón  el día 7 de febrero de 1852, o sea, la fecha de su atentado por el cura Merino. Y las fotos nos descubren la mancha de sangre producida por el estilete en la zona del hígado. Las ballenas de aquel corsé evitaron un posible magnicidio. En su interior, ese “chaleco antibalas” lleva un certificado de autenticidad firmado con fecha 27 de noviembre de 1858 por el notario V. Vallejo. En fin, no sé si parece conveniente, pese al tiempo transcurrido, enseñar la ropa íntima de la que fuese última Reina de España. En este país se han contado algunas cosas sobre personas que de alguna manera influyeron en la vida de los monarcas: Corinna zu Sayn-Wittgenstein, de soltera  Corinna Larsen, y su amistad con Juan Carlos de Borbón; sobre los amores de Alfonso XII y Elena Sanz, y sobre las reclamaciones de sus hijos bastardos en el Tribunal Supremo, con Nicolás Salmerón como abogado (que más tarde, por consejo del que fuese presidente de la I República, los Sanz contrataron como abogado a otro político republicano: Melquíades Álvarez); sobre Alfonso XIII, aficionado al cine pornográfico y que  Álvaro de Figueroa, en calidad de intermediario, se encargaba de facilitarle películas ayudado por los hermanos Ricardo y Ramón Baños, dueños de la productora catalana Royal Films; sobre la promiscuidad de la reina Isabel, etcétera. Pero en ningún sitio he visto expuesta la ropa interior de esos monarcas ni de ningún otro. Hay cosas que deben quedar para la intimidad, por muy reales que sean las prendas de lencería fina. Y las prendas íntimas de Isabel II no formaban parte, precisamente, del Tesoro de los Quimbayas. Lo que ya no sé es que pinta el corsé de la reina de los tristes destinos en los almacenes del madrileño Museo Arqueológico sin que se exponga a la vista del público visitante. El Museo Arqueológico no debe convertirse en una sucursal de “Tocado y Hundido”, en el número 38 de la céntrica calle Montera. Por otro lado, este es un país donde han existido dos históricos curas Merino: uno de ellos, Martín Merino Gómez, que había nacido en Arnedo (La Rioja)  en 1789, que atentó contra la vida de la reina; y otro, Jerónimo Merino Cob, nacido en Villoviado (Burgos) en 1769, participante en la Guerra de la Independencia y en la I Guerra Carlista. El primero murió en el garrote. El segundo fue laureado por su defensa contra los franceses y llegó a obtener el grado de teniente general.

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