viernes, 6 de marzo de 2015

Rejoy llega, ve el Ebro y desaparece





Mariano Rajoy ha estado visitando esta mañana de viernes la orilla el Ebro a su paso por Zaragoza acompañado de Rudi. Un visto y no visto. A mi entender, el presidente del Gobierno no sabe ni para qué ha venido. De traje y sin mancharse los zapatos ha estado en la zona de la Expo. Cuenta la prensa local que también “se ha reunido con una veintena de alcaldes  afectados en el Pabellón Puente de la antigua Exposición Internacional”. Consideraba oportuno informarles sobre las medidas adoptadas por real decreto para paliar los daños llevadas a cabo en el Consejo de Ministros de horas antes. Pero los alcaldes, que a mí me conste, no han sido los afectados por las inundaciones sino los vecinos de los pueblos que tienen tierras colindantes con el Ebro. Y los agricultores, a muchos de los cuales que se les adeudan todavía ayudas prometidas en años anteriores, ni estaban ni se les esperaba en esa reunión. Rajoy ha aprovechado su visita en carne mortal para acusar al socialista Sánchez de sobreactuar durante su encuentro reciente con agricultores y ganaderos. Puede que así sea, si se considera que  dijo: “¿Qué coño tiene que pasar para que Rajoy salga de La Moncloa y pise el barro?”. Lo cierto es que Rajoy ha salido de su residencia oficial pero no se ha manchado ni de polvo ni de lodo. A decir verdad, para mí que no sabe ni dónde ni para qué ha ido a tierras de Aragón. En realidad sólo ha hecho una “parada técnica” antes de partir a Jerez de la Frontera y poder participar en un mitin del PP. Es consciente que en Andalucía no gana nunca. Como posiblemente tampoco sepa a qué vuela mañana sábado a Guatemala. Según adelanta la prensa local en internet “al ser preguntado por qué no ha ido este viernes a alguno de los municipios afectados, Rajoy ha recordado su reunión con los alcaldes y ha dicho que él va donde han decidido los que han organizado la visita y que tampoco tenía demasiado tiempo tras haber presidido el Consejo de Ministros”. Pero, como decía antes, la excusa no era esa sino la prisa por llegar a  Jerez. Nadie cree ya en las promesas de Rajoy, que las incumple sistemáticamente. Para muchos agricultores arruinados por la crecida del Ebro, con ese gesto de “hacer la visita del médico” por tierras aragonesas, ha conseguido que se sientan ofendidos los de Logroño, los de Tudela, los de Miranda de Ebro y todos aquellos que tienen negocios y tierras aguas arriba. Ya se sabe que los aragoneses pintamos menos en la Villa y Corte que Pichorras en Pastriz, cuya verdadera historia la cuenta Santiago Maestro Terraza (Mira Editores, 2001). Si no, al tiempo.

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