sábado, 11 de abril de 2015

Entre la lavativa y la lejía



Hace ya mucho tiempo, sobre los 80 tal vez, escribía  Josep-Vicent Marqués en su artículo “El oficio y el estigma” en el diario El País: “Tengo la impresión al oír a quien desprecia al gigoló o al chapero que lo que les reprochan es precisamente hacer algo que es propio de mujeres. De otra parte, cuando la prostituta tiene  ciertos medios económicos, el vecindario empieza a mostrarse menos duro con ella, o al menos simula creer que no se trata exactamente de una prostituta. Puede ella incluso simular otra ocupación. (…) La miseria espanta”. Hace pocos días leía a un conocido articulista en ABC de Sevilla que esa ciudad, durante la Semana Santa, se llena de mexicanos, como invitados de excepción entre la clase pudiente. “Tener aquí a unos mexicanos es tendencia –comenta el articulista-. La gente los ha tenido en Semana Santa o los tiene ahora, para los toros y para la Feria. Si no tienes aquí a unos mexicanos es que no eres absolutamente nadie. Mexicanos riquísimos todos, por descontado”. No sé, cuando el mexicano en cuestión tiene cuartos, también el vecindario comienza a mostrar se menos duro con él. Sucede como con la prostituta con ciertos medios económicos. Lo ven como un señor de negocios, todo un Epulón llegado de vacaciones a casa de unos amigos, al que le salen los pesos mexicanos por todos los poros de su cuerpo, y sobre el que no cabe la más mínima sospecha sobre la claridad de tales supuestos negocios. Se da por hecho de que el mexicano que llega entre bullicios y alharacas a Sevilla tiene pozos de petróleo, cementeras y acerías; y nadie se para a pensar sobre el posible origen de su dinero. Nadie se para a pensar, digo, que en México, hay tres zonas en disputa por los carteles de drogas y hay seis rutas internacionales. Los carteles del Golfo, Tijuana, Juárez y Sinaloa tienen control de estas rutas y los otros carteles están luchando para controlarlas, o que la marihuana, que es la droga más común, viene de una zona norte de Veracruz hasta la frontera de los Estados Unidos. Pero con ello no pretendo decir que los negocios de esos turistas no sean serios y legales. Doy por hecho que sí. Su honradez se les supone. “Mira, te voy a presentar a estos amigos mexicanos que tenemos el gusto de que pasen unos días con nosotros...”, -comenta el articulista-. “Y luego, por lo bajini, con mucho misterio, una vez que te han presentado a los mexicanos, te comentan: Ahí donde los ves, son la tercera fortuna de México” (…) “México debe de estar vacío. Si los mexicanos ricos se vienen todos a Sevilla a pasarlo bien y los mexicanos pobres se van todos a Estados Unidos de espaldas mojadas, ¿quién queda en México?”. Sí, ya sabemos que la miseria espanta, y las prostitutas pobres y los chaperos encenagados en su error y la gente comida por la piojera… ¡Yo qué sé!

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