jueves, 14 de mayo de 2015

Política ad líbitum




Aquí, como en las recetas médicas al uso, los políticos de derechas, de izquierdas, de centro y hasta los mediopensionistas, o sea, los que cumplirían una misión más útil para la sociedad pastoreando ovejas en los páramos entre Alentisque y Cabanillas, luchan hasta lo imposible para que sus ofrecimientos preelectorales los tomemos ad lib., es decir, a voluntad del consumidor. Me encanta la  expresión latina ad líbitum, que expresa “a placer, a voluntad”. Recuerdo que dicho término lo utilizaba Manuel Martín Ferrand como telón que abría el proscenio de sus espléndidos artículos de opinión en su columna diaria en  ABC, generalmente en permanente actitud crítica. Nunca olvidaré la figura del maestro, fallecido hace ya casi dos años. ¡Ojala hubiese tenido yo el contagio de su prosa! Ad líbitum se utiliza en Música, en Biología, en Medicina y en Política. En Música, cuando se deja al director de orquesta o al intérprete que añada o quite una parte instrumental; en Biología, al referirse al peso de un animal antes de imponer un control sobre su alimentación; en Medicina, como ya consta, cuando la posología del fármaco está a discreción del paciente; y en Política, cuando se hace lo de Mariano Rajoy, es decir, no cumplir nada de lo plasmado en su programa electoral una vez alcanzado el triunfo en las urnas y procurando los intereses propios del partido que lo sustenta por encima de los deseos de aquellos que le dieron su confianza. La cosa es buscar más patas al bicho.

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