martes, 23 de junio de 2015

Las Corsarias versus Pedro Sánchez





España, que es tierra de descubridores (me refiero a Orellana, Cortés, Pizarro, Almagro y todos esos respetables aventureros) tiene una bandera bicolor. Pues nada, ahora resulta que Pedro Sánchez Pérez-Castejón, imitando a Obama, la acaba de descubrir durante el acto de proclamación de su candidatura a La Moncloa y se tapa en ella como si fuese en una manta de Palencia en pleno enero. Y Podemos, en boca de Errejón, pregunta al secretario general del PSOE: “¿estás con el cambio o con la bandera?”, como si una cosa tuviese que ver con la otra. Cosa distinta es que a Podemos no le haya gustado la escenografía, con Sánchez besando a su mujer, de rojo integral, sobre la pista de ese “circo americano” aunque sin leones ni tragasables. A este paso, a no tardar veremos a Pedro Sánchez cantar la Marcha de Oriamendi con el arte de un bersolari (recuerden que en vascuence no existe la uve): “Gora Jainko maite maitea/ zagun denon jabe. / Gora Espania ta Euskalerria/ ta bidezko errege”. Aquí da igual arre que so. En ese toreo de salón lo que importa es mirar al tendido y quedar bonito. Ciento treinta años de historia  y cuarenta de ellos de vacaciones han dado mucho juego. Pero aquello era, escucha atento, como asistir a la humorada cómico-satírica Las Corsarias, pero sin la música del maestro Francisco Alonso y sin fray Canuto, que en realidad era Serafín, un hombre casado y con siete hijos. Es difícil poder entender los bandazos de ese partido del puño cerrado y la rosa mística, que sustituyó al yunque, la puma y el tintero, fundado por Pablo Iglesias desde los tiempos de Casa Labra (Tetuán,12) cuando todavía no ofrecía a la distinguida clientela los sabrosos soldaditos de Pavía. En principio se adoptó una postura anticlerical (léase su programa de 1918); convivió con la dictadura de Miguel Primo de Rivera, que toleró los movimientos de la UGT, convirtiéndose en la primera central sindical de España. Esa dictadura promovió también una extensa legislación social, parte de la cual se recogió en el Código del Trabajo (1926), en cuyo éxito fue clave la colaboración entre el régimen, el PSOE y la UGT. De hecho, la propaganda de Primo de Rivera insistía en que el PSOE era el único partido honesto de la etapa anterior, y llegó a afirmar que pretendía crear un nuevo sistema turnista con el PSOE y la Unión Patriótica. Y para muestra, un botón, es decir, que Francisco Largo Caballero tomó posesión como consejero de Estado el 25 de octubre de 1924. Y en 1929 el PSOE se declaraba favorable a la república. Dos años después se convirtió en el partido mayoritario de las Cortes republicanas de 1931, con 131 diputados. Esa mayoría se vio mermada considerablemente en 1933, con la llegada de la CEDA como primera fuerza parlamentaria. Y en 1934, tras una escisión entre los sectores más moderados (Indalecio Prieto y Julián Besteiro) y los más radicales, liderados por Largo Caballero, derivó  en la Revolución de Asturias, en 1934. Y en 1935 el PSOE participó en el llamado Frente Popular, que ganó las elecciones de febrero de1936. Lo que llegó más tarde preferiría que lo contase mi paisano Julián Casanova, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza y colaborador de El País, ante cuya sapiencia me descubro.

No hay comentarios: