martes, 28 de julio de 2015

"¿Alguien ha matado a alguien?"





Puede que nadie con poder bastante se haya planteado, como afirma Jorge Fernández Díaz, suspender la autonomía de Cataluña. Entonces, ¿a qué viene airear un día sí y otro también el artículo 155 de la Constitución como si fuera el Pendón de Castilla? Esto es como en el chiste de Miguel Gila, “¿alguien ha matado a alguien?”. Es decir, el ministro del Interior cuenta que “nadie se ha planteado suspender esa Autonomía, pero añade a renglón seguido que ese artículo constitucional “está vigente” y recuerda que “la Generalitat es una institución del Estado”. Verde y con asas. Ese ministro es el mismo que dijo hace unos días que “Guardiola jugó en la Selección Española por dinero”. Hombre, todos lo dábamos por supuesto, como Casillas,  Iniesta, Diego Costa, Llorente… También el ministro se mueve por dinero, despacho, coche oficial, escoltas y demás guindaleras. ¿O es que acude todos los días a Castellana, 5 por amor al arte? Vamos, ni él ni los anteriores ministros del ramo: Antonio Camacho, Alfredo Pérez Rubalcaba, José Antonio Alonso, Ángel Acebes, Mariano Rajoy y Jaime Mayor Oreja, por ese orden. Hay ministros del actual Gobierno que pasan desapercibidos desde su nombramiento hasta su cese; otros, que fomentan quizás sin pretenderlo la furia ciudadana; los menos, juegan al despiste; y alguno de ellos produce carcajeo con sus declaraciones extemporáneas. No citaré nombres, que se me antoja de mala educación. Estoy convencido de que el ministro del Interior aplaude con las orejas el recorte de derechos y libertades  contemplado en la Ley de Seguridad Ciudadana. Como recordaba Pérez Rubalcaba ayer en El País, “una ley innecesaria, porque en España las fuerzas de seguridad tenían instrumentos para, de forma inteligente y proporcionada, como saben hacerlo, afrontar los excesos, escasos por lo demás, derivados de un mal uso del derecho de manifestación. Una vez más, una ley dictada desde la ideología más conservadora, que cuando se oyen algunas voces del PP nos retrotrae a los tiempos del Orden Público”. “Los ingredientes de la campaña del PP –sigue escribiendo Pérez Rubalcaba- están sobre la mesa: los cantos a la recuperación y el discurso del miedo. Un miedo que busca movilizar a su electorado más que hacer mella en un electorado socialista, que si algo reprocha al PSOE es su moderación durante esta crisis. Más allá de la influencia de los sangrantes casos de la corrupción congénita del PP, y de su parálisis política, sostengo que sus dificultades electorales nacen, por supuesto, de su manera de abordar la crisis que está dejando dolorosas secuelas, desigualdad y pobreza. Pero, también, de la utilización de esa crisis como excusa para hacer otros ajustes: los ideológicos. La crisis como coartada para hacer lo que el PP probablemente siempre quiso hacer y nunca se atrevió ni tan siquiera a explicitar. Esos retrocesos sí que producen miedo a los españoles”.

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