sábado, 7 de noviembre de 2015

La tribu entera





El filósofo y catedrático de instituto José Antonio Marina será el encargado por el Gobierno de hacer un Libro Blanco sobre la profesión de docente. Y Marina se ha venido arriba, como los toreros en La Maestranza, y señala que “el profesor malo no debería cobrar igual que el profesor bueno”. Hombre, ni el político ni el médico ni el guardiacivil ni el factor de circulación… Lo que pasa es que estos son los bueyes. En este sentido, José Guerrero, en su artículo “Maestros malos y buenos” publicado en El Correo de Andalucía, pone el dedo en la llaga: “Conozco lo que supone enfrentarse a un alumnado todos los días. En otros tiempos, el maestro llamaba a los padres para advertirles sobre los malos resultados de su hijo y los padres le daban un cate al niño. Los padres de hoy le dan el cate al maestro”. (…) “Las leyes del querer ser más modernos que nadie ha ido creando monstruos escolares, niños que saben que pasarán de curso pese a suspender (para no crearles traumas, pobrecitos) y no solo pasan de curso, sino que pasan del maestro. Y el pobre docente tiene tres opciones: o pegarse un tiro, o fracasar en el intento de formar a esos Gremlims o sumarse al carro de la desidia y dejar pasar los cursos y las nóminas sin complicaciones”. Casi al final de su artículo, Guerrero hace un amago de tirar la toalla: “No se puede uno pelear contra la maquinaria del Estado en materia de Educación. Pero no se equivoquen, que el fracaso escolar no es por culpa de los malos maestros. Es por culpa de los malos políticos que hacen leyes para que se estrellen los maestros. Y esos son lo que no deben cobrar más que los maestros”. En resumidas cuentas, y así lo señala Marina en La Universidad de Padres on-line, utilizando un proverbio africano: “para educar a un niño, hace falta la tribu entera”.La propuesta de pagar parte del salario del docente en función de su rendimiento pretende convertir la escuela en una empresa y en un negocio”, comentaba Marina en una entrevista de Agustín Moreno en Cuartopoder. Algo muy propio del neoliberalismo del PP, que beneficia sistemáticamente a la enseñanza privada en detrimento de la pública, ahora arracimada en “centros de difícil desempeño para la función docente”, entre otras cosas por tener que incorporar alumnos con necesidades específicas de apoyo educativo, alumnos de integración y adolescentes recién llegados al país sin conocimiento del idioma.

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