martes, 3 de noviembre de 2015

Manuel Azaña: in memoriam





Hoy, 3 de noviembre, hace 75 años que murió en Montaubán Manuel Azaña Díaz., último presidente de la II República. Santos Juliá, en su artículo El último Azaña, publicado en El País, cuenta mejor que nadie el final de este hombre: “A él también pretendieron fusilarlo. Varios esbirros de Falange, con Pedro Urraca al frente, acecharon la ocasión de secuestrarlo con el propósito de someterlo a un consejo de guerra y llevarlo al paredón, como ya había ocurrido con Lluís Companys, y como ocurrirá con Julián Zugazagoitia, Francisco Cruz Salido y Joan Peiró. Azaña logró escapar de su residencia en Pyla-sur-Mer, con los alemanes pisándole los talones, hasta llegar a Montauban. Allí, en el Hotel de Midi, convertido en un despojo, solo aspira ‘a que queden unos cientos de personas en el mundo que den fe de que yo no fui un bandido’. Entre ellos quedó el eminente historiador Ramón Carande, que muchos años después decía a sus amigos: hay que leer a Azaña; ustedes, los jóvenes, tienen que leer a Azaña. También a este último Azaña, desaparecido hoy hace 75 años, falto de todo poder, pero tan lúcido como siempre en su razón y en su palabra”. Dos años antes de su muerte, Azaña dijo en un discurso en el Ayuntamiento de Valencia algo que bien valdría para hoy: “Los abusos de la Generalitat son de dominio público”. Azaña merecería que se le recordase sin rencor, que sus restos regresasen a España y que, ya en nuestro territorio, recibiera los honores que corresponden a un jefe del Estado. Así se hizo con los restos traídos desde Roma de Alfonso XIII y así se hizo, también, con los restos de Juan de Borbón, que nunca fue rey ni jefe del Estado, antes de ser depositados en el pudridero de El Escorial. Yo no digo que los restos de Azaña terminasen siendo depositados en ese paraje de la Sierra de Guadarrama que tanto adoró, como se demuestra leyendo Los cuadernos robados, es decir, sus Diarios, 1932-1933. Torcuato Luca de Tena de forma cabal escribió un espléndido artículo en el diario ABC (martes, 13-1-98. Pág.42) que tituló ¡Yo soy el que robé las memorias de Azaña!, Y ahí explica que fue Antonio Espinosa el que robó los manuscritos. Pero para entender más la personalidad de Manuel Azaña, si cabe, hay que completar esa lectura con otros dos artículos de Luca de Tena en el mismo diario: uno de ellos, Las otras “memorias” de Azaña (jueves, 15-1-98. Pág. 66); y otro, Azaña y sus desdenes (sábado, 17-1-98. Pág. 38).  Y a mayor abundamiento, quienes deseen conocer la voz de este gran político y mejor escritor les diré que el 7 de febrero de 2008, el Instituto Cervantes de Roma reprodujo, por primera vez en público, la grabación del último discurso pronunciado en el Ayuntamiento de Barcelona el 18 de julio de 1938, donde Azaña preparó a los republicanos para la derrota final y terminó con un mensaje para el bando fascista: “Paz, piedad, perdón”. Como dijo Antonio Machado: “Ayudadme a comprender lo que os digo y os lo explicaré mejor”.

No hay comentarios: