viernes, 13 de noviembre de 2015

Sobre un blog de Quique Artiach





Paseando por internet acabo de descubrir un blog apasionante. Llevo varias horas leyéndolo y no me canso. Es el Blog de Quique Artiach, y en él afloran recuerdos de El Tubo; de Casa Lac; de la pobre cigarrera Serafina; de la chica de la limpieza que tenía la manía de cambiar los muebles de sitio; de cuando el Canales apareció por su restaurante con un rabo de gitanos; de los trileros; de la chica del café Las Glorias, que dejaba abandonadas cartas de desamor en la mesa y se marchaba; de… Quique es, además de gran escritor, un excelente músico y un tipo con una sensibilidad que ya la quisiera para mí. Lo conocí hace ya bastantes años, cuando Ricardo, su padre, regentaba una de las casas de comidas más antigua de España y yo escribía modestas columnas sobre Aragón para el diario ABC. No he vuelto a saber de ellos. Desde mi modesto blog animo a que se le lea. Anteayer, día 11, su chat hacía referencia a un perro guía labrador. Decía: “Oigo las campanas de una iglesia cercana en un café. Entra un invidente con su perro labrador (cómo me gustan esos bichos). No puedo evitar pensar en que ese señor lleva su invidencia mejor que yo mi depresión, él lleva mejor su vida. Me parece que voy a ir a una de esas asociaciones de personas que sufren depresión y ansiedad, me figuro que en una asociación similar le darían al ciego su perro. Miro detenidamente al labrador, se ha tumbado en el suelo totalmente sumiso y me da mucha pena. No sólo hay que ponerse en la piel de los humanos, el perro tiene una mirada triste llena de melancolía como la mía, a él también le han pasado por encima. Busco algo en el bolso y, mientras, el ciego y el perro se han ido sin que yo los haya visto. El bar es pequeño. Voy a ponerme a leer para que no se note que estoy triste o incluso pensando o que simplemente me falta el aire”. Un abrazo, Quique. Yo también soy amigo de los perros.

1 comentario:

Quique Artiach dijo...

Muchas gracias Jose Ramón por tus amables palabras. Me acuerdo perfectamente de ti y de las conversaciones que teníamos contigo a la hora de aperitivo o como ahora se dice del vermut.
Recibe un saludo de todos nosotros
Quique.