martes, 15 de diciembre de 2015

El lazo de Lambán





El bochornoso espectáculo que nos ofreció ayer por la noche Atresmedia fue lo más parecido aun combate de lucha libre entre Lambán y Ochoa en el viejo Salduba a finales de los 50. Ya al entrar, como llovía en Madrid, Rajoy caminó desde el coche oficial hasta el final de las escalerillas de la sede de la Academia de las Ciencias y las Artes de la Televisión escoltado por dos paraguas, como si entrase bajo palio. Se dieron la mano. Y llegó el debate. Sánchez a la izquierda del espectador, Rajoy a la derecha. En medio Manuel Campo Vidal, al que sólo le faltaba la pajarita. Como espectador, entiendo que si ese rifirrafe se hubiese producido sin color en los aparato de la tele nos habríamos retrotraído a cualquier otro debate de hace treinta años. Campo Vidal no moderó nada. Miraba hacia un lado y hacia el otro de la mesa como si estuviese asistiendo a un partido de tenis. Rajoy acusó a Sánchez de mentir cuatro veces seguidas en minuto y medio; discusión sobre el rescate a los bancos y cajas; el sobado tema de las pensiones (las encuestas señalan que los ciudadanos de más de 65 años se escoran a la derecha a la hora de depositar el voto), el Fondo de Pensiones que se agota; la necesidad de un pacto educativo para una generación; el derecho de las mujeres a ser madres; Sánchez acusó a Rajoy de “no permitir que las mujeres sean madres”; Rajoy, descolocado, le pidió explicaciones; el golpe bajo de la corrupción; Sánchez le dijo a Rajoy que no era un político decente: Rajoy, indignado, le llamó “ruiz”, ruin, mezquino y miserable; el tema catalán: se culpó a Rajoy del aumento de los independentistas; Sánchez llamó mentiroso a Rajoy cuando éste señalaba que estábamos a la cabeza del crecimiento de Europa; la “carta de una vecina”; el malestar por el voto rogado fuera de España, ¿por qué no hicieron una moción de censura?…., uf, ¡demasiado para el cuerpo! Resultado final: empate técnico. Más tarde, preguntas a Rivera y a Iglesias y análisis del debate. Hubo un descanso técnico a mitad del “combate” para poner publicidad. Los líderes de los dos partidos en liza recibieron consejos de sus asesores. Imagino lo que les dirían: a Sánchez, “leña al mono que es de goma”; y a Rajoy, “sé fuerte, Mariano”. La agresividad de Sánchez fue de libro. Parece como si le hubiesen puesto una inyección de hepal-crudo y  hubiese tomado dos cucharadas soperas de fercobre fólico. Rajoy, repuchado en su rincón, aguantó como pudo las acometidas de su contrincante, mientras uno de sus párpados se le caía como un telón de teatro cada vez que faltaba a la vedad. El domingo, posiblemente,  se acabará el bipartidismo y las mayorías absolutas. ¿Se abrirá el melón de la reforma constitucional? Espero que sí.

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