viernes, 4 de diciembre de 2015

Maniobras de enganche




A Mariano Rajoy le pidió la Unión Europea que subiese el IVA y éste, por “equivocación”, ¡oh, que despiste más grande!, subió el IRPF a los españoles. Y las nóminas se quedaron  más reducidas y los bolsillos con menos calderilla. Y La Unión Europea, en vista de su desacierto, le recordó que tenía que haber subido el IVA en vez del IRPF. Pero Rajoy, que es capaz de ganar al futbolín a Bertín Osborne por 8-1 y dar buena cuenta a una botella de albariño en el tiempo que dura echar una partida de tute habanero, tratando de corregir el entuerto, subió también el IVA y pelillos a la mar. Ahora, cuando se abre la campaña electoral y los partidos emergentes suben en las encuestas  como la espuma del cava de las bilbilitanas Bodegas Langa, va Rajoy y dice que aprobará una rebaja del IRPF en 2016 para aplicarla en 2017,  es decir, que no se hará en el primer Presupuesto por estar ya aprobado. Y eso lo ha contado ayer en la emisora 13TV, como el que narra “La historia de la tortuga artificial” mejor que Lewis Carroll, donde se siente tan cómodo como un barbo en los galachos de Juslibol. También dijo que en su segundo mandato, si es que gana las elecciones el 20-D y consigue gobernar, no tiene intención de subir los impuestos. Vamos, como hace cuatro años, cuando incumplió todo su programa electoral, se vistió de luces y dio la vuelta al ruedo de salón diciendo que nos había salvado del rescate, como si todos estuviésemos con la yugular tocante a la hoja de cuchillo de los energúmenos del Estado Islámico. Señala David Jiménez hoy en el diario El Mundo que “si les describiera un país donde el Gobierno maniobra para despedir a periodistas incómodos, impone tertulianos en programas de radio y televisión y presiona a los directivos de medios de comunicación para evitar las críticas, pensarían que hablo de una república bananera. Ocurre en España. El mismo país donde el reparto de las nuevas licencias de televisión se hace a pocas semanas de las elecciones generales, en un intento de condicionar la línea editorial de las cadenas. El mismo, también, donde televisiones públicas pagadas por todos se utilizan como gabinetes de prensa particulares, al servicio de gobiernos que se quejan de que no les llega para educación o sanidad, pero no tienen problema en derrochar en propaganda”. (…) “Nuestro presidente planea visitas a los hogares televisivos de Bertín Osborne -en este caso literalmente- y María Teresa Campos, encuentra tiempo para comentar el fútbol en la COPE, y cuando llega la hora de debatir en serio envía a su vicepresidenta, que viene a ser como si el líder de una banda mandara al batería a cantar en su lugar. Debates sí, ha dicho Rajoy: encorsetados, facilitos y con Pedro Sánchez como único contrincante, no vayamos a tener un susto”. En fin, ya sólo falta que Rajoy nos enseñe en directo en televisión y al filo del mediodía  cómo hacer queimadas. Ahora recuerdo cuando, en 1994, se encontraron Manuel Fraga y Luis Alberto Lacalle, presidente de Uruguay. Lacalle, que iba a recibir la Medalla de Oro de Galicia, no hacía más que darle vueltas a un cazo de barro cocido con patas (ese invento de Tito Freire) donde se hacía la queimada. En un momento dado, Fraga, ya impaciente ante la cachaza de su invitado, le espetó a Lacalle: “Le nombro edecán de queimadas, pero termine usted con esto”. ¿Qué hubiese pensado Álvaro Cunqueiro, verdadero inventor de la queimada, de haber estado presente en aquel rito? Cualquiera sabe. Mouchos, coruxas, sapos e bruxas;/ demos, trasnos e diaños;/ espíritos das neboadas veigas… “.

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