lunes, 21 de diciembre de 2015

Rajoy debe marcharse





Ya se rumorean nuevas elecciones en primavera. “La Derecha noqueada, España ingobernable”, etc. Eso es como si a mitad de una partida, el que no lleva bazas pretendiera que se volviera a barajar por ver de cambiar su suerte. Mariano Rajoy, el gran perdedor dijo ayer, una vez conocido el resultado de las urnas, que intentará gobernar. ¿Con la ayuda de quién? Lo que desea don Tancredo es que haya “segunda vuelta”, es decir, nuevas elecciones para intentar recuperar los votos perdidos. O sea, quiere poner las normas de Francia para que aquí sigan gobernando unos tipos tocados por la corrupción más vergonzosa que hace cuatro años llegaron al poder, no por los éxitos propios, sino por el fracaso rotundo de Rodríguez Zapatero. Pretende, según se desprende de sus declaraciones, seguir haciendo leyes a su antojo amparándose en una mayoría absoluta “porque yo lo valgo”. La Derecha, que nunca supo digerir el triunfo del Frente Popular en 1936, que todavía no ha denunciado públicamente los crímenes  del franquismo, y que está formada, en gran parte, por los nietos de aquellos que enfrentaron a sangre y fuego a media España contra la otra mitad,  sólo aspiran a permanecer en el Poder haciendo de las suyas, que no de las nuestras, las de todos, o a permanecer, llegado el caso, en una cómoda Oposición mirándose el ombligo. Y cuando las cosas no les salen a su antojo, le trasladan la culpa de su incompetencia a la llegada de los partidos emergentes, que les han roto los esquemas por culpa de Venezuela y de los que queman conventos de madrugada.. Se vio ayer noche el talante del Gobierno ya en funciones, cuando la vicepresidenta Sáenz de Santamaría daba en TVE los datos oficiales del resultado de los comicios, desglosando a Podemos en varios partidos coaligados, de forma mezquina. Esos tipos de la derechona más reaccionaria, según se desprende de su talante, desean poner las normas de baloncesto en un partido de fútbol, o las normas del guiñote en una partida de tute habanero. ¿Por qué no separaron al PP del PAR o de UPN, por ejemplo? Javier Fernández Lasquetty señala hoy en Libertad Digital que “cuando se renuncia a los principios se marchan los votantes”. Ha quedado claro que Rajoy, ya sin mayoría absoluta, no sabe ni por dónde le sopla el viento. El PP, con sus 123 diputados electos, se deja en el camino a 63 diputados y el PSOE a 20, que pudieron ser más sin la ayuda de los andaluces y de los castellano-manchegos. Ahora,  según comenta hoy El País, “PP y Ciudadanos presionan al PSOE para que no bloquee la investidura”, es decir, que se abstenga. Pero Rivera, ese niño pijo que brotó de una petunia, ya ha dejado claro que se abstendrá para que gobiernen los populares y pide idéntica postura a Sánchez.  Pero, ¿cómo se come eso? Los números son los números. Y los números dijeron que el PP logró un escaño por cada 58.600 votos, mientras que IU necesitó 461.000. Eso no debería ser así ser en lo sucesivo y entiendo que debería corregirse tal sinrazón. Señala El Mundo en su editorial: “La derrota del Partido Popular pasará a los anales de la historia de la democracia española. Nunca un partido pasó de dominar la escena política española en términos nacionales autonómicos y municipales a perder su poder en los tres ámbitos tras ejercerlo durante una única legislatura”. (…) “Ni aunque el paro disminuya, ni aunque se siga creando empleo, ni aunque usted [Rajoy] haya conseguido que España no pidiera el rescate, ni siquiera aunque nuestro país sea el que más crece dentro de los grandes de la Unión Europea. Con usted no queremos seguir”. Es lo que hay.

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