martes, 19 de enero de 2016

José Luis Martín Rodríguez





José Luis Martín Rodríguez, antiguo docente en el Instituto Santísima Trinidad de Baeza, es un ciudadano que colabora en El Correo de Zamora y habitualmente expresa sus consideraciones en la sección de Opinión de ese diario. Pero esas consideraciones más parecen arbitrajes que otra cosa. Y José Luis Martín Rodríguez, que hace bien en exponer públicamente aquello que estima pertinente, señala hoy bajo el epígrafe “La falta de previsión, causa de leyes imperfectas”, que la falta de previsión, por ejemplo, fue consecuencia de la respuesta del sabio Solón, cuando le preguntaron por qué en su ley no prevenía castigos para quien matara a un progenitor. Éste respondió: “Porque no he creído que se pueda dar el caso de que alguien asesine a su padre”. Un poco más adelante, en referencia a la ley que prohíbe fumar en las cafeterías dice que “es muy saludable encontrarse con un ambiente incontaminado en tales locales; pero quienes habitamos en lugares muy concurridos los fines de semana (por ejemplo) experimentamos una incomodidad muy respetable, al no poder circular por la acera de cerca de cuatro metros; o los que han de soportar el humo de su vecino en la cola de espera para el autobús. Uno piensa: si no quería respirar humo en la cafetería, tenía en mi mano la solución: no entrar en ella; pero no poder circular por la acera de mi calle o fumar involuntariamente cuando espero un autobús, cuando ambas cosas son necesarias, me parece inadmisible. Con lo fácil que hubiera resultado evitar todo eso formulando la ley con estas sencillas palabras: "prohibido fumar fuera del propio domicilio"; o, en el mismo domicilio y fuera, cuando hay un bebé cerca”. Y cierra su comentario con el “raro” juramento del honorable Carles Puigdemont, al no hacer referencia al Jefe del Estado ni a la Constitución. “La imprevisión ha motivado –señala Martín- que el presidente del Gobierno haya de encomendar a la Abogacía del Estado que estudie ver si la aceptación fue nula; y en caso afirmativo, acudir, una vez más, al Tribunal Constitucional. ¿Cuánto tiempo llevará todo eso?”. Y para finalizar, y ahí le duele, Martín se echa las manos a la cabeza: “Y algo parecido tenemos en el cisco de formar gobierno en España. ¿Por qué, en tanto tiempo como se ha venido hablando de ello, el partido, que ha tenido mayoría absoluta en las Cortes, no propuso a las mismas la aprobación de una Ley que prescribiera que debía asumir el Gobierno el partido más votado? Falta de previsión”. En fin, al señor Martín, tan sufridor él, le recomendaría que, antes de acostarse, tomase una tila; rezase  eso de “Jesusito de mi vida…” por la conversión de los diputados de Podemos, que los fumadores  sólo puedan fumar “ideales” a escondidas dentro de su casa; y para que Rajoy pueda gobernar con mano firme en una España grande a base de decretos-leyes, como ha hecho en casi toda la X Legislatura. Seamos serios: si el rojerío lleva rastas, se presenta en la Cámara con un lactante que va de mano en mano por el hemiciclo, se ducha poco y no reza el rosario en familia, son diputados imperfectos. Y unos diputados imperfectos nunca podrán sacar adelante leyes perfectas. Y eso no se puede tolerar.

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