viernes, 19 de febrero de 2016

La gaita zamorana y Cervantes




Balbino Lozano, en La Opinión de Zamora, hace hoy referencia a la gaita zamorana, que vio por primera vez  hace setenta años, cuando el Museo Arqueológico Provincial se encontraba en la calle de Santa Clara, actual plaza de Castilla y León. Y Balbino Lozano cuenta que Miguel de Cervantes ya la conocía. Cierto. Miguel Querol Gavaldá, en su libro La música en la obra de Cervantes, con prólogo de Juan Sedó Peris-Mencheta (Centro de Estudios Cervantinos. Alcalá de Henares, 2005) es una nueva versión aumentada de la obra del mismo título que ese autor llevó a cabo en 1948 y que pronto quedó agotada. De hecho, la primera obra tuvo 173 páginas y la actual ronda las 400. Querol, entre los años 1982 y 2000 produjo tres volúmenes dedicados a la música en las obras de Lope de Vega; estudios sobre  los Cancioneros de Turín y de Góngora; un volumen dedicado a la Música Barroca Española, alguna cosa más que ahora no recuerdo y diversos artículos en revistas especializadas. Murió en 2002. Pues bien, entre los instrumentos, Cervantes nombra la guitarra, el laúd, el arpa, el salterio, el órgano, el clavicémbalo, el pífano, la chirimía, la churumbela, la dulzaina, la gaita zamorana, la zampoña, la trompeta, la corneta, el sacabuche, la bocina, la trompa de París, el atabal, el tambor, el tamboril, el pandero, las sonajas, los cencerros, las matracas, las tejoletas, y la escoba como instrumento rítmico acompañante. En lo que respecta a la gaita zamorana, según Federico Olmeda (Folclore de Castilla o Cancionero Popular de Burgos. Sevilla. Librería María Auxiliadora, 1903, p.155), ese instrumento “procedía de antiguas chirimías y bombardas: sus sonidos son chillones y penetrantes y duras de tocar, como todos los instrumentos de caña entera: su ejecución es penosa y deficiente, de donde resulta que la hacen muy suelta, a diferencia de la gaita gallega, que produce unos sonidos suaves y pastosos”. Y ahora vamos al texto de Miguel Querol Gavaldá: “A la gaita zamorana alude Don Quijote cuando dice que los albogues ‘van bien con la rusticidad de la gaita’. Concretamente la nombra en Pedro de Urdemalas (jornada I): ‘Suena dentro todo género de música y su gaita zamorana’, y en El Quijote (parte II, cap. LXVII) dando a entender que se trata de un instrumento pastoril, puesto que hablando de sus planes bucólicos exclama: ‘¡Válame (sic) Dios […] y que vida nos hemos de dar, Sancho amigo! ¡Qué de churumbelas han de llegar a nuestros oídos, qué de gaitas zamoranas, qué de tamboriles, y qué de rabeles!...”. Se alude también a la gaita junto con otros instrumentos en el Coloquio de los perros al igual que en una sonada fiesta en La tía fingida en la que participan ‘cuatro músicos de voz y guitarra, un salterio, una arpa (sic), una bandurria, doce cencerros y una gaita zamorana”. Por otro lado, existen unos cantares para gaita zamorana recopilados por Joaquín del Barco con epílogo de Miguel Ramos Carrión (La gaita zamorana. Cantares. Zamora. Imprenta de Calamita, 1899) muy interesantes.

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