domingo, 7 de febrero de 2016

Leyes absurdas




Recuerdo haber leído hace años un suelto de Antón Castro en Heraldo de Aragón donde ese columnista señalaba una anécdota referida a Antonio Gamoneda. Contaba ese autor asturiano,  afincado desde niño en León y distinguido con el Premio Cervantes en 2006, que en cierta ocasión supo por la prensa que se convocaba un premio poético en Ejea de los Caballeros que debería versar sobre el trigo y el universo del cereal. Y Gamoneda se presentó al concurso con un romance que se vio obligado a reducir de conformidad con las bases. Lo ganó. Al año siguiente aprovechó algunas estrofas del mismo romance, le añadió otras, lo envió a la siguiente edición de aquel concurso literario y volvió a ganar. Por causas que se me escapan, no pudo asistir a recoger el premio ese año ni el anterior. Al tercer año, como todavía le quedaban algunas estrofas por ahí, añadió otras nuevas y volvió a participar. También lo ganó. Y tampoco fue por Ejea  a recoger el premio. Para mí que Gamoneda no sabía ni dónde estaba situada en el mapa la "capital" de las Cinco Villas, de la misma manera que muchos aragoneses ignoran dónde se encuentra Mansilla de las Mulas o Henares de Mohernando. El caso es que al cabo de unas fechas recibió el cheque del premio y una nota acompañante: “Le rogaríamos que no se volviese a presentar nunca más”. Y Gamoneda, obediente, no volvió a enviar nada a la siguiente convocatoria. Y ahora, pasados los años, me acuerdo de Gamoneda, por estar en el ojo del huracán de la depredadora Agencia Tributaria, como lo están Caballero Bonald, Eduardo Mendoza, Javier Reverte y otros muchos autores de reconocido prestigio. Para la Seguridad Social, "el creador mayor de 65 años que tenga pensión de jubilación y cobre por sus derechos de autor es un estafador". ¡Toma ya! Con la jubilación,  el autor tiene que tomar uno de los dos caminos: la pensión o sus derechos adquiridos a lo largo de su trayectoria. Según el Ministerio de Empleo es incompatible cobrar el 100% de la pensión de jubilación e ingresar por escribir cuando esa actividad supere el salario mínimo interprofesional, es decir, 9.000 euros. Eso sí, los herederos podrán beneficiarse de los derechos de autor de sus antepasados y cobrar el total de jubilación. Ello, además de absurdo, constituye una pedrada en el colodrillo del creador de cultura, de la que este país anda tan insuficiente. Para llorar.

No hay comentarios: