lunes, 8 de febrero de 2016

Lunes de Carnaval





Cuando se eleva una anécdota al reino de la categoría mal vamos. Iglesias acudió a la gala de los Goya con esmoquin; y Sánchez, descorbatado. En este sentido, Pedro G. Cuartango, en El Mundo, entiende que “lo que me llama la atención es el camaleonismo del líder de Podemos para complacer a los actores. Iglesias exalta su diferencia en el acto de constitución del Congreso con numerosos gestos de repudio a la tradición, pero se asimila cuidadosamente al entorno en los Goya, aceptando ponerse el uniforme que le iguala al colectivo”. (…) “Iglesias hubiera dado el golpe si se hubiera presentado a la gala vestido como un menesteroso frente a tanto glamour, pero ha preferido renunciar a ser como es él para difuminarse en un mundo lleno de pompa y vanidad, donde lo que prima es el parecer sobre el ser. Eso apunta a una debilidad que hubiera escandalizado a Robespierre, siempre tan pulcro y modesto en las apariencias y siempre marcando las distancias con la aristocracia a la que quería guillotinar. Estéticamente, no se puede ser revolucionario e ir de esmoquin. Eso nos hubiera horrorizado a los que tirábamos piedras a los grises a principios de los años 70 cuando vestíamos un uniforme más digno: la trenca y los vaqueros”. Y Luis Ovejero, en una tribuna en El País (“¿Era Franco de Krypton?”) intenta dejar claro que “nuestra Constitución se redactó en una atmósfera señoreada por una izquierda que estaba pensando en el socialismo, utilizaba socialdemócrata como insulto y consideraba al Estado de bienestar como un trampantojo”. Y en ese conato, no sé si vano, de aclarar las cosas es rotundo: “También resulta inexacta la afirmación de que Franco impuso la Monarquía. La Monarquía de Franco no es la actual como tampoco el átomo de Demócrito es el de Bohr o la Generalitat de 1359 es la que encuentra su legitimidad en la Constitución, por más que los nacionalistas repitieran que Mas era el ciento no sé cuántos presidente de la Generalitat. El Rey de Franco significaba ‘el rey con el poder estipulado en las siete leyes del Movimiento’, el que, por ejemplo, podía nombrar presidentes de Gobierno. A partir del 29 de diciembre de 1978 Rey de España significa otra cosa, lo que especifica la Constitución, algo muy parecido a rey de Suecia”. Sabido es que su poder real está limitado sólo a funciones ceremoniales y oficiales. Vamos, que ni pincha ni corta. No está mal esa analogía para ser Lunes de Carnaval.

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