domingo, 7 de febrero de 2016

Nadie es profeta en su tierra





El periódico “La Comarca”, de Calatayud, se hace eco en sus páginas de un suelto de ABC (5/2/16) donde Fernando Sebastián Aguilar, religioso claretiano, arzobispo emérito de  Pamplona y Tudela y cardenal (nombrado por el papa Francisco ) desde 2014, “ha mostrado su perplejidad por el panorama político actual” y ha aprovechado para lamentarse de que los votos socialistas en el Ayuntamiento de Calatayud hayan impedido su nombramiento como hijo predilecto y le hayan negado una calle. Ha dicho textualmente: “Me han negado dedicarme una calle y el declararme hijo predilecto de Calatayud con el voto del PSOE. ¡Hasta dónde llegamos!”. La verdad, no lo sé. Lo que sí sé es que ese ilustre bilbilitano concedió una controvertida entrevista a Diario Sur poco antes de ser nombrado cardenal, donde afirmaba que “la homosexualidad es una deficiencia que se puede normalizar con tratamiento”. (…) “Muchos se quejan y no lo toleran, pero con todos los respetos digo que la homosexualidad es una manera deficiente de manifestar la sexualidad, porque ésta tiene una estructura y un fin, que es el de la procreación. Una homosexualidad que no puede alcanzar ese fin está fallando. Eso no es un ultraje para nadie. En nuestro cuerpo tenemos muchas deficiencias. Yo tengo hipertensión, ¿me voy a enfadar porque me lo digan?”. Por aquellos días, durante una conferencia de prensa que dio en el Obispado de Málaga también hizo referencia al aborto: “Me inquieta –dijo- que la sociedad española haya asimilado la normalidad del aborto. Es un debate mal planteado”. Y al se preguntado sobre los casos de pedofilia dentro de la Iglesia, afirmó que “la forma de evitar este tipo de cuestiones es acentuar nuestro trabajo en la educación, educar moralmente, religiosamente y humanamente, con estabilidad afectiva, con fuerza de voluntad... Todos los problemas de tipo personal arrancan de una deficiencia educacional. No solo en los colegios religiosos, en todos los centros educativos”. Cardenal viene del latín cardo o bisagra y, pese a sus luces y sus sombras, no se debe olvidar que fue en su día el teólogo preferido de Vicente Enrique y Tarancón. Creo que pronto se publicarán (si no se han publicado ya) unas memorias de este cardenal donde los ciudadanos podremos saber de primera mano muchas cuestiones que todavía desconocemos sobre la Transición. Respecto a poder ser nombrado hijo predilecto y tener una calle en Calatayud, nada que objetar. Lo merece, aunque sólo sea por haber sido rector de la Universidad Pontificia de Salamanca. A otros, por menos, les llevan en andas y hasta en volandas.

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