sábado, 19 de marzo de 2016

Piononos





Hoy, día que la Iglesia Católica celebra la festividad de san José, y después de haber leído la columna de Carlos Herrera en ABC, que me ha dejado patidifuso con su lisonja a la emisora de radio que le da como para comer todos los días en el Club Allard, de Madrid, y cenar en el Egaña Oriza, de Sevilla, es decir, la Cope, voy a escribir sobre los piononos al gusto de cómo se hacen en Puerto Rico, país que recientemente visitaron ”Su Magestad” (sic) Felipe VI y su consorte con motivo de un encuentro sobre la lengua española. Pero si bien la lengua es importante, también los dientes, no lo es menos el paladar, que está en el cielo de la boca, según los creyentes de mesa y mantel. Pío Nono, para el que no lo sepa, fue el ducentésimo quincuagésimo quinto papa de la Iglesia Católica y el noveno hijo del conde Girolamo Mastai Ferretti y de su esposa Caterina Solazzi. Pío Nono, por hacer algo de dudosa utilidad, excomulgó al rey Victor Manuel II de Saboya y se negó a reconocer el reino de Italia. Pero no es de ese papa del que deseo escribir, sino de una receta que aprendí leyendo a Xavier Domingo (Cambio 16, núm.242, p.47). Vean: “Pelen y corten en su longitud, y en cuatro trozos, plátanos verdes. Fríanlos en aceite con una cucharada de azafrán. Pongan las tiras en una hoja de papel. Frían luego en el mismo aceite carne de vaca picada, con cebolla, pimiento (picantes y no) y ajo. Añadan un poco de harina para que espese luego y después jamón picado, tomates picados y agua. Denle vueltas hasta que se forme una masa consistente, sáquenlo del fuego y añadan aceitunas picadas y alcaparras. Hagan luego con las tiras de plátano frito una especie de aro o rollo, que fijarán atravesando el plátano con un palillo, y rellenen el hueco central con el picado de carne y sus ingredientes. Procuren que quede bien liso y apretado. Eso son los “piononos”. En una taza profunda habrán batido huevos. Rebocen bien los “pinonos” en el huevo batido y pónganlos luego a freír tres minutos, dándoles vueltas con cuidado para que se doren bien y no se deshagan. Se sirve con arroz blanco y alubias pintas o negras”. Pero nunca se debe uno fiar. Conviene que sepa Herrera que hubo un clérigo de elevado rango que escribió y publicó en 1869 “La gran economía de las familias o Arte e arreglar y componer lo sobrante de las comidas, de un día para otro, dedicado a las clases menos acomodadas, y gentes de poco dinero que gusten de comer bien, gastar poco y no desperdiciar nada” (Imprenta de F.López Vizcaíno, Caños 4, Madrid), que consta de ochenta y siete páginas y un índice y que firmó con el seudónimo de Un Gastrónomo Jubilado. Ese largísimo título lleva debajo una divisa latina: “Experto crede. Roberto”.

No hay comentarios: