El topless lo
inventaron las Tetas de Viana, esos oteros que se yerguen en todo su esplendor
entre Añazón y Viana de Mondéjar. Para subir el último tramo de uno de los dos
conos truncados se habilitó una escalera de hierro. Eso ayuda mucho. Yo las
contemplé de lejos desde Solanillos del Extremo, donde paré a comer de alforja
en la tapia del cementerio hace ya más de cuarenta años. Hasta allí se cuenta que corrieron muchos italianos
huyendo del infierno de Brihuega. Otros tiraron hacia Cifuentes por el puerto
del Membrillo. Muy cerca queda Trillo, cuyo escudo heráldico representa una
puente de un solo ojo. Los de la Real Academia de la Historia le añadieron al
blasón dos ojos más a la puente sobre el Tajo, pero el escudo oficialmente
aprobado nada tiene que ver con la realidad de la puente, que es de un solo
arco de luz, se mire por donde se mire. (Ver foto). Trillo es pueblo con central
nuclear, balneario, lazareto y miel de mucha calidad de espliego, romero y
tomillo. A los miembros de la Real Academia
de la Historia,
sobre quiénes doy por supuesto que sabrán contar hasta tres, incluso hasta
doce, les invitaría a acercarse por esa ciudad alcarreña para que contemplasen in situ el pasadero medieval
superviviente a la Guerra
de Sucesión, a la Guerra
de la Independencia
y a la Guerra Civil
Española. En todas esas situaciones bélicas se intentó su voladura sin éxito.
Solo quedan pequeñas cicatrices en la piedra, o sea, las huellas de unos huecos
en los sillares.
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