martes, 7 de junio de 2016

Mucho "busto" en conocerle





Estoy en contra de cualquier tipo de violencia y de que se derriben estatuas con presunta premeditación y alevosía. Y aclarado eso, diré que no encuentro mal que se termine de una vez con los símbolos del franquismo, si queremos que España funcione de forma parecida a como lo hacen en el resto de Europa. En este país, que yo sepa, no fue nunca condenado por la actual derecha política el golpismo militar y la trama civil que nos llevó a la Guerra Civil ni sus símbolos, que todavía quedan. No hay que olvidar, por otro lado, que Alianza Popular fue un partido político formado en su día por siete exministros franquistas, entre ellos Manuel Fraga. Hoy me entero de que unos individuos han tirado al suelo en Villalba (Lugo) el busto existente en su memoria. ¡Hombre, qué modales! ¿Y si lo llegan a romper? En efecto, Fraga fue presidente de la Xunta de Galicia, como recuerda  hoy el diario ABC, pero fue también otras muchas cosas, entre ellas ministro durante la Dictadura y ministro del Interior en el primer gobierno de Arias tras la muerte de Franco. ¿Ya nadie recuerda los sucesos de Vitoria? ¿Tan mala memoria tenemos los españoles? Villalba es sitio donde nació Fraga y donde se ceban los mejores capones. Aunque ya tengo mis dudas al respecto. Si hago caso a Pepe Iglesias, excelente gastrónomo gallego, no es lo que parece: “Los animales que se venden con todo boato como ‘Capón de Villalba’ en la feria organizada por el Exmo. Ayuntamiento cada 19 de Diciembre, ni son capones, ni son de Villalba, así pues se puede afirmar que son un fraude promovido por esa corporación.  Para más dolo, a la entrada de la feria hay un comité de veterinarios que examinan todos los pollos que pretenden entrar en el recinto, excluyendo del certamen a todos aquellos animales que carezcan de sus atributos sexuales, léase testículos. Es decir, que los señores veterinarios contratados por el Exmo. Ayuntamiento, certifican cada año que todos los pollos vendidos como capones en esa feria, están sin castrar. Es un hecho fácilmente comprobable, que estos, los capones sin capar, tampoco pertenecen a las razas reconocidas como propias de la región, sino que son foráneas”. (…) “No es un capricho sádico el castrar a estos animalitos, sino que esa operación tiene una función muy concreta, la de modificar el metabolismo del ave durante su crecimiento, lo que provoca una infiltración de grasa en su musculatura que da por resultado una carne jugosa, fina y sabrosa, en vez de ese montón repugnante de grasa acumulada en el tejido adiposo del animal que se exhibe en las actuales ferias como garantía de que allí todo se hace mal”. En fin, ya se lo preguntaremos a Gerardo Criado, alcalde del PP, que tan indignado parece ahora con el derribo del busto de Manuel Fraga, colocado frente a su casa natal en 1970. No es la primera vez que sucede. Lo del fraude los capones, tampoco. Política y gastronomía, sobre todo cuando se pagan en el restoranes de lujo copiosas comilonas con cargo al contribuyente, suelen ir de la mano. Tal vez por ello, haya tenido esa asociación de ideas.

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