domingo, 26 de junio de 2016

Pobre barquilla mía...





Cuenta Pedro J. Ramírez en El Español: “Quien medra en cada compañía [en los medios] no es el periodista capaz e innovador, no es el líder idealista y carismático, no es el intelectual comprometido que marca una senda y encarna unos valores, no es el gestor eficiente que transforma y optimiza los procesos productivos. No, quienes mandan hoy en la mayoría de las principales empresas periodísticas son los comisarios políticos que se han ganado la confianza del poder a base de adularle y velar solícitamente por sus intereses, controlando las escaletas, moldeando los editoriales, tomando decisiones extremas si llega el caso y manejando el guiñol de las dos Españas para que, en esta encrucijada concreta, se activen a la vez el voto y el negocio del miedo”. Y un poco más arriba, Ramírez es contundente: “En el caso de los periódicos tradicionales el hundimiento del modelo de negocio fruto a la vez de la crisis y de la revolución tecnológica, supuso también el final de la independencia de las redacciones. En el momento en que el cumplimiento de la función social de informar dejó de ser rentable, la mayoría de los propietarios se echaron en brazos de quienes podían salvarles y arrumbaron la primacía del periodismo para transformarse en gestores de contenidos subvencionados. Fue entonces cuando los gerentes más avispados se convirtieron en editores y los editores más timoratos se comportaron como gerentes. Los unos se pusieron en primer tiempo de saluda y los otros directamente de rodillas, mientras trataban a los directores como meros recaderos y la guadaña de los eres diezmaba sistemáticamente las mejores redacciones”. Ante ese panorama,  (El País y ABC son claros ejemplos de ello, desde que el primero cayese en manos de los bancos y el segundo dejase de ser, como dice Anson, el “ABC verdadero”) sólo determinada prensa digital es digna de ser tenida en cuenta por los amantes de la libertad de opinión. Sobre las televisiones (“la eliminación de la publicidad en TVE y la autorización de las fusiones de Telecinco con La Cuatro y Antena 3 con La Sexta, en contra de los más elementales principios de la defensa de la competencia”) corramos un tupido velo para evitar que se corte la mayonesa política y empresarial con los desafueros más evidentes. España merece un cambio de rumbo que no admite demoras. Hoy, 26 de junio, san Pelayo, tenemos ocasión de navegar esta la barquilla cañí a la capa; o sea, cazar bien la velas, dejar el foque a la contra y girar el timón para que nuestra proa busque el viento. Lope de Vega está presente en la España de hoy: “Pobre barquilla mía/ entre peñascos rota/ sin velas desvelada, / y entre las olas sola: / ¿Adónde vas perdida?/ ¿Adónde, di, te engolfas?...”.

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