lunes, 11 de julio de 2016

La corta visita de Obama





Ayer se marchaba Obama dejando a Sevilla compuesta y sin novio. No entiendo, por otro lado, cómo Felipe VI es incapaz hasta de improvisar  unas palabras de bienvenida. Todo tiene que llevarlo escrito. Ni hubo ágape de gala ni lucimiento para la Consorte, que pocos días antes se había fotografiado con su mujer, Michelle, en su residencia de La Zarzuela.  A Obama lo que le interesa de España es la base de Rota, esa que le concedió Rodríguez Zapatero para desagraviar el hecho de no haberse levantado al paso de la bandera norteamericana en una parada militar en Madrid. Lo de las “buenas relaciones mutuas” y esas cosas que se dicen de forma protocolaria en estos casos queda bien, pero ayudan poco. José María Carrascal, en ABC, entiende que “la médula” de esa visita apunta a que “el Pentágono quiere ampliar sus sistemas de detección y balística en España, de cara a una Asia que no acaba de estabilizarse y una África cada vez más convulsa. Algo que nos afecta a los españoles tanto como a los norteamericanos, aunque sólo sea para que ambos continentes no se desplomen sobre nosotros, como empieza ya a ocurrir”. España es un país que no acaba de encontrar su norte. Por un lado, se les hace la boca agua a nuestros gobernantes en funciones a la hora de hablar de exportaciones y de la oleada de turistas; por otro, machacan en los medios con el peligro de la ya magra caja de pensiones. Posiblemente la Seguridad Social corra un grave peligro de quiebra. En 2007 había un superávit de 14.673 millones de euros y a día de hoy el déficit es de cerca de 17.000 millones y el Fondo de Reserva ha pasado de los 66.815 millones a 25.000. Dicho de otra manera: que con las tres próximas pagas extras, adiós, muy buenas. Altos índices de paro y sueldos de miseria no ayudan a cargar pilas. Se impone un nuevo Pacto de Toledo con el nuevo Gobierno que resulte de este sindiós político. Mientras tanto, si no hay dinero en la Tesorería de la Seguridad Social para pagar pensiones, no quedará otra que tirar de los impuestos, o de un “recargo de solidaridad”, que es lo mismo aunque dicho de una manera más fina. A los españoles nos han pillado los toros de Jandilla. Como señala hoy un editorial de El País respecto a las relaciones comerciales de España con los Estados Unidos, “nada ha cambiado”. Obama no ha venido para “dejarse ver” por  el barrio de Santa Cruz con su lunita plateada ni para invitarnos a que hagamos una nueva versión de “Bienvenido, Mr. Marshall”, que aquí ya, oiga, ¡ni leche en polvo para los niños que no pueden desayunar! En su corto viaje a España, Obama ha dedicado cinco horas a sus compatriotas estadounidenses y sólo algo más de dos horas al jefe del Estado, a Rajoy y los líderes de los partidos. La “agenda española” le ha llevado poco tiempo. Obama prefirió comer en la embajada de los Estados Unidos con su amigo James Costos que en el Palacio de Oriente con El Mejor Preparao, que lleva escrito en chuletas más propias de educandos poco estudiosos hasta el “hola, buenas tardes, presidente”. No estamos para pompas, vanidades, fajines, diademas ni regalos al estilo de El Quijote en lengua inglesa, donde se pierde la esencia cervantina, o ese jamón de pata negra (con perdón) que le ha entregado Rajoy. Ya ni para hacer regalos tienen imaginación. ¡Qué menos que una armadura de Toledo y una copia de la colada del Cid!  Cervantes hizo muchas cosas en su vida: estuvo en la batalla de Lepanto, cautivo en Argel, fue comisario de provisiones de la Armada Invencible, recaudador de tercias y alcabalas en Sevilla…, pero nunca llegó a ser tonto en inglés por más que muriera en la misma fecha de calendario que Shakespeare, aunque no coincidieran sus defunciones en tiempo real por existir calendarios diferentes, el juliano y el gregoriano. Una armadura toledana va bien como paraguas antimisiles y la réplica de espada de Díaz de Vivar saja de maravilla el mejor pernil de bellota.

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