viernes, 22 de julio de 2016

¡Oído, cocina!





Creo que fue Sabino Alonso Fueyo, director del diario Arriba, el que se quejó a Franco de las presiones que recibía de los distintos sectores del Movimiento. Y Franco, en un momento dado, le respondió cínicamente: “Usted haga como yo, no se meta en política”. Alonso desempeñó su cargo en Arriba, de la Prensa del Movimiento, a partir de 1962, cuando sustituyó a Rodrigo Royo,  hasta 1966, año en el que tomó posesión del cargo de consejero de Información y Turismo en la Embajada de España en Lisboa. Murió en 1979. Rodrigo Royo había cambiado el estilo gráfico de ese periódico y ello no gustó a las altas esferas. Jaime Campmany, por aquellos años periodista de ese medio,  dejó escrito en su libro Doy mi palabra que “el horno no estaba para esos bollos ni para prensa americana”. Y señala que recibió un consejo de Alonso inolvidable: “Elogia que algo queda, y que llevó el periódico cuidando mucho de no meterse ni meterlo en berenjenales”. Pero, ¿a qué viene lo que cuento? Pues sencillamente a unas palabras de Albert Rivera, líder de Ciudadanos, que se presentará ante Felipe VI el próximo jueves en ronda de consultas, de cara a la posible formación de Gobierno en la XII Legislatura. Y el señor Rivera pretenderá “desde la humildad” que el rey ayude a desbloquear la actual situación política, “sugiriendo” el rey a  Pedro Sánchez que el PSOE se abstenga en la segunda  votación de investidura, tal y como Ciudadanos pretende hacer. De paso, le dirá al rey que “Rajoy no es la persona adecuada para iniciar una etapa de reformas y contra la corrupción”. Albert Rivera, nuevo en esta plaza, no parece ser consciente de que el rey sólo puede escuchar a las distintas formaciones parlamentarias y en ningún caso ayudar al desbloqueo aportando sugerencias. Felipe VI no puede llevar a cabo aquello que no está contemplado en la Constitución ni caer en la trampa del borboneo, que tan malos resultados dieron a su bisabuelo Alfonso XIII y a su abuelo Juan de Borbón. Ambos llevaban el borboneo en sus genes, como en la fábula de la rana y el escorpión. Manipular las voluntades desde la Corona suele terminar mal. Como señalaba Jorge Martínez Reverte en su artículo “Borbonear” (18.02.2013):  “el fracasado rey Juan III, y el rey Juan Carlos I, se vieron en numerosas ocasiones acusados de llevarlo en sus genes, junto con la muy concreta lacra hemofílica y el inidentificable rasgo que les definía como portadores de legitimidades dinásticas”. (…) “Borboneó Alfonso XIII, y eso ayudó a que se produjeran la matanza de Annual y la guerra civil. Borboneó don Juan de Borbón, y eso ayudó muy probablemente a que la dictadura franquista se perpetuara. Y borboneó, o estuvo al borde de hacerlo, que eso ya lo veremos, Juan Carlos I, y eso llevó a España a colocarse (si es que fue así) cerca del abismo en un par de ocasiones”. ¡Oído, cocina!

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