domingo, 28 de agosto de 2016

Andaluz de Neguri





No sé, por muy pijas que sean algunas damas sevillanas, ignoro como es el habla andaluz de Neguri. Tampoco, el de Algorta, el de Sopelana, el de Lejona o el de Portugalete. Las Arenas y Neguri nacieron como zona residencial de Guecho a finales del siglo XIX, en la margen derecha de la Ría. Ya me gustaría saber a mí cómo cantan los sevillanos aquello de “Puente colgante, leré…” en andaluz de Neguri. Me consta que en Sevilla hay muchos ciudadanos oriundos de Santander, que en el escudo de Cantabria está plasmada la Torre del Oro y que Fernando III preparó un gran ejército para sus conquistas en Andalucía y contó entre otros, además de con 500 moros del Reino de Granada, con castellanos, aragoneses, navarros, vascos y leoneses. Y como Santander pertenecía a Castilla la Vieja, queda todo dicho. Pero lo de los vascos es distinto. Diego López de Haro echó un a mano en ese empeño. En 1670, bajo el reinado de Carlos II se creó la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, en la iglesia de San Hermenegildo, que consta en la actualidad de 230 miembros. Unos miembros que son muy pijos pero que, hasta donde yo alcanzo, no hablan el andaluz de Neguri ni el vasco de Lebrija. Según  Antonio Burgos, “el miarma es la variedad más sevillana del pijo o más pija del sevillano. Es el que más sabe de gin-tonic en copa de balón”. Son los que a principios de los setenta se pasaban las tardes- noches en Doña Pepa y en Turín, en la Plaza de Cuba, y ahora, en la senectud, se ponen traje y corbata para portar un cirio procesional, entrar de gorrones en alguna caseta de la Feria de Abril, o asistir a una corrida de toros con entrada de sombra. Pero, que yo sepa, tampoco hablan andaluz de Neguri sino algo parecido a la jerga de Legionaria, la protagonista de Las mil noches de Hortensia Romero en la obra de  Fernando Quiñones.

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