miércoles, 3 de agosto de 2016

Hay que salir de la ciénaga





Cuenta Jesús Cacho en Vozpópuli: “Aquí, han transcurrido siete meses y once días desde el 20D y don Mariano pide más tiempo al Rey para… ¿para qué? Es evidente que un gesto personal, un rasgo de grandeza que le llevara a echarse a un lado para posibilitar la formación de Gobierno a otro líder popular conseguiría desbloquear la situación de forma casi automática, entre otras cosas porque esa dimisión llevaría aparejada la de su hermano siamés en el PSOE, pero esa es pretensión implanteable  en la dictadura de partidos que sufrimos, y mucho más tras los resultados del 26J”. Y pone como ejemplo de sensatez política su sucedido en Reino Unido: “La diferencia con lo ocurrido en Gran Bretaña es deslumbrante. Dimite allí el primer ministro Cameron tras el fiasco del Brexit y 24 horas después un nuevo líder se instala en el 10 de Downing St. y forma Gobierno, sin que aparentemente se resienta el funcionamiento de las instituciones”.Esta demostrado que Rajoy no es el adalid que nos “salvará” a los españoles de nada. No sabe gobernar sin mayoría absoluta. Rajoy, digo, no parece ser la solución sino el problema. Es causa de la causa. No encuentra apoyos fuera de su partido y sueña con que Rivera le dé el sí y que el PSOE se abstenga. De ser de ese modo, ya tendríamos Gobierno, pero ¿por cuánto tiempo? Un año, dos… Y luego, qué. Rajoy no quiere estar sólo una legislatura para no ser menos que Rodríguez Zapatero ni volver a ejercer de registrador de la Propiedad ni convertirse en jarrón chino. Pero, claro, si Rivera falta a su promesa de abstenerse en la segunda votación, puede irse a corto plazo al cajón de los recuerdos, donde están, entre otros muchos partidos UPyD, bailando un fox-trot con el diablo, al que no quiso cambiar su alma por un puñado de votos. Y en esta fiesta de otro baile, el de la yenka, un  pasito adelante y dos hacia atrás, siempre perdemos los españoles. El Rey podrá hacer los “paseillos” que estime conveniente recibiendo a estos personajillos de opereta. Pero los ciudadanos no elegimos presidentes de Gobierno sino diputados y éstos son los que proclaman presidente en el Hemiciclo. Tampoco se nombra por la Cámara presidente a aquel aspirante que consigue más votos en las urnas sino al que reúne más apoyos parlamentarios. Rajoy a día de hoy sólo cuenta con 137 apoyos y España, de cualquier manera, no puede seguir chapoteando en la ciénaga de la corrupción. VI volvemos a las urnas por tercera vez, deberán marcharse a tomar por saco Rajoy, Sánchez, Rivera e Iglesias. España no puede estar a merced de unos incapacitados para el ejercicio de la política. Decía Montesquieu que la democracia debe guardarse de dos extremos: el espíritu de desigualdad, que la conduce a la aristocracia, y el espíritu de igualdad excesiva, que la conduce al despotismo.

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