martes, 9 de agosto de 2016

Los topos de Colau




No se deben convertir a los vecinos de cualquier municipio en vigilantes y delatores de transgresiones ajenas. Lo que señalo viene a cuento con lo que acontece en Barcelona, donde su alcaldesa, Ada Colau, invita por carta a los vecinos de determinadas zonas turísticas para que delaten cualquier sospecha de su entorno en lo referente a alquileres de pisos y apartamentos. No se puede ni de debe trasladar al ciudadano una responsabilidad que compete al Ayuntamiento. A mi entender, corresponde a la Policía Urbana detectar cualquier anomalía que pueda producirse utilizando métodos ajustados a la legalidad. A nadie se le escapa que existen muchísimos pisos y apartamentos turísticos alquilados durante los meses de verano. Para ello, nada mejor que hacer un somero repaso por los “anuncios por palabras” de los periódicos de papel. Es fácil, sólo hay que llamar por teléfono y conocer las pretensiones económicas del posible arrendador. Así se sale de dudas. Los vigilantes y delatores me recuerdan los tiempos de las grandes ciudades en la época ya lejana de nuestra Guerra Civil. El chivato, como el pelota, siempre ha sido un ser despreciable. Como decía Arturo Pérez-Reverte, “la Guerra Civil está  zanjada y resuelta, lo que no está resuelto es España, y como no lo hemos conseguido, usamos todo como arma arrojadiza: la religión, la memoria, la historia, los tercios de Flandes, Felipe II, la Guerra Civil,  y el 98”. (…) “Hay que dar a los jóvenes elementos para defenderse frente a la estupidez “. (Entrevista de Karina Sainz Borgo en Vozpópuli, 23/11/15). En el blog “Memorias de Getxo”, se cuenta que en aquellos oscuros tiempos al menos “los chivatos eran premiados, se les daba un puesto de trabajo y el perdón para algún familiar detenido”. El mismo Premio Nobel de Literatura, Camilo J. Cela, tiene algún borrón oscuro en su trayectoria vital. Se ofreció, sin que nadie se lo pidiese,  para ser un informador del Cuerpo de Investigación y Vigilancia, es decir, en chivato de la represión franquista. Su carta fechada el 30 de marzo de 1938 no deja lugar a dudas:

EXCELENTÍSIMO SEÑOR COMISARIO GENERAL DE INVESTIGACIÓN Y VIGILANCIA. El que suscribe, Camilo José Cela y Trulock, de 21 años de edad, natural de Padrón (La Coruña) y con domicilio en esta capital, Avenida de la Habana 23 y 24, Bachiller Universitario (Sección de Ciencias) y estudiante del Cuerpo Pericial de Aduanas, declarado Inútil Total para el Servicio Militar por el Tribunal Médico Militar de Logroño en cuya Plaza estuvo prestando servicio como soldado del Regimiento de Infantería de Bailén (nº 24), a V.E. respetuosamente expone: Que queriendo prestar un servicio a la Patria adecuado a su estado físico, a sus conocimientos y a su buen deseo y voluntad, solicita el ingreso en el Cuerpo de Investigación y Vigilancia. Que habiendo vivido en Madrid y sin interrupción durante los últimos 13 años, cree poder prestar datos sobre personas y conductas, que pudieran ser de utilidad. Que el Glorioso Movimiento Nacional se produjo estando el solicitante en Madrid, de donde se pasó con fecha 5 de octubre de 1937, y que por lo mismo cree conocer la actuación de determinados individuos. Que no tiene carácter de definitiva esta petición, y que se entiende solamente por el tiempo que dure la campaña o incluso para los primeros meses de la paz si en opinión de mis superiores son de utilidad mis servicios. Que por todo lo expuesto solicita ser destinado a Madrid que es donde cree poder prestar servicios de mayor eficacia, bien entendido que si a juicio de V.E. soy más necesario en cualquier otro lugar, acato con todo entusiasmo y con toda disciplina su decisión. Dios guarde a V.E. muchos años. La Coruña a 30 de marzo de 1938. II Año Triunfal. Fdo. Camilo José Cela.

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