domingo, 14 de agosto de 2016

Observando a las Perseidas





Señala hoy José Luis Corral en El Periódico de Aragón: “Y así seguimos, con un país desilusionado, con la juventud emigrando, con muchos trabajadores cobrando sueldos de hace veinte años, con las desigualdades económicas y sociales creciendo, con la cultura adormecida y con la vida inteligente paralizada”. Medio país está revolcado  en el merengue de fiestas patronales en honor de vírgenes y santos, mientras Mariano Rajoy pasea por Galicia sus malas hechuras. La sesión de investidura le aguarda en el Hemiciclo mientras él, más parado que los leones de Ponzano, espera impasible el “milagro” de que los garbanzos que ha echado en la cazuela y puestos a remojo se ablanden, es decir, a que los socialistas cambien su “no” a “abstención” y de que Ciudadanos le dé el “sí”. Mientras esas cosas suceden en este país de Frascuelo y de María, el presidente del Gobierno en funciones, desde su descanso en Pontevedra, medita sobre las seis condiciones que le ha impuesto el bisoño Rivera como conditio sine qua non si desea obtener su apoyo en el debate de investidura. Rajoy, con flema inglesa, apunta que tiene que someter esas “tablas de la alianza” al criterio del Comité Ejecutivo Nacional de su partido el próximo día 17 de agosto. ¿Qué van a decir los del Comité? Lo que diga el jefe. Ya sabemos cómo funcionan los partidos presidencialistas, donde todo se decide en solitario. Rajoy ha comentado a RNE que “Ojalá todos pongan mucho por su parte para que España tenga pronto Gobierno”. Pero él no pone nada por su parte. Entiende que si no hay gobierno será por culpa de los socialistas, por  su empecinamiento de no bajarse del burro.  Y esas cosas las cuenta en Galicia mientras mira a las Perseidas. Da por hecho que si hubiese nuevos comicios (y así se lo hizo saber a Rivera en uno de sus encuentros) obtendría la mayoría necesaria. Rajoy, en suma, pretende estar a la altura de Mireia Belmonte sin mojarse los pies. La presidenta del Congreso, Ana Pastor, hace mutis por el foro. Cuando le preguntan los periodistas en los pasillos del Congreso si ya ha puesto fecha a la investidura, contesta: “Manzanas traigo”. Y el Jefe del Estado, que reina pero no gobierna, de veraneo no sé dónde. Supongo que en el lugar que señale su consorte, que dijo en cierta ocasión que “los veraneos en Mallorca, ni son veraneos ni son nada”. Ya ven, no hay nada peor que llegar de trapo a toalla, y creerse albornoz. Pues nada, aquí paz, y después, gloria. Eso de la política española es lo más parecido a ese “Toreo de salón” que describió Cela: “Es como lavarse los dientes con leche merengada y después mear agua bendita”. Los ciudadanos se pasan el ferragosto toreando chotos en las plazas de los pueblos y esperan que el trabajo, la sanidad y la educación se arreglen solos, sin la ayuda de nadie. Y si todo se va a la mierda, alguien saldrá ganando. Como ha sucedido siempre.

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