jueves, 3 de noviembre de 2016

Corredores de la muerte





Dice hoy Raúl del Pozo en El Mundo que “ser ministro, después de los de Franco, no tiene mucha importancia; tampoco en otros tiempos era una gran cosa. Galdós los retrata como una caterva de monigotes que actúan como refrendadores de lo que les manda el que manda. El que manda es Mariano Rajoy. Los ministros de ahora no llevan pelucas como las de los Borbones, están expuestos a las injurias en las redes, no pueden enriquecerse y si hacen negocios sucios no pueden llevar el dinero a Panamá porque están vigilados como si fueran tarugueros. No serán sino unos funcionarios interinos que ganan 70.000 euros al año, menos de lo que cobran en su actividad privada”. Se le ha olvidado a Del Pozo decir que de cada uno de ellos se pintó y se  pintará un  retrato que quedará por los siglos en las paredes de los pasillos del Ministerio que ocuparon, algunos tan efímeramente que casi nadie recuerda su paso por el mismo, ni siquiera los ordenanzas que visten de azul en invierno y de gris en verano. Y cuando se cruzan por los pasillos con el retrato del que fuese su jefe les causa el mismo efecto que encontrarse con un desconocido a la puerta de unos urinarios. ¿Alguien se acuerda de Suances, de Peña Boeuf, de Domínguez Arévalo? Fueron ministros del primer gobierno de Franco. ¿Y de ministros de Suárez? Quién recuerda a los diecinueve ministros de su primer gobierno? ¿Quién recuerda a Pascual Pery Junquera, a Luis Ortiz, a Calvo Ortega, a Enrique Sánchez de León…? Todos ellos disponen de retrato en los pasillos de sus respectivos ministerios, muchos ya no existen, como si fuesen santones de nombres raros y a los que nadie ofrece oraciones, cuyos nombres sólo aparecen en el taco del Corazón de Jesús, junto a las fases de la luna, los días que faltan para terminar el año y las misas de feria de tiempo ordinario. Sólo existe una ministra que duró lo que un suspiro: la ministra de Igualdad, responsable del Ministerio del mismo nombre, creado por Rodríguez Zapatero en 2008, durante la IX Legislatura, Bibiana Aido, hija de un alcalde de Alcalá de los Gazules. El 20 de octubre de 2010 fue suprimido ese Ministerio y su estructura se integró en el Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad conformando la nueva Secretaría de Estado de Igualdad. Todo su mérito consistía en haber sido directora de la Agencia Andaluza para el Desarrollo del Flamenco. Su retrato, de tenerlo, no sabemos dónde estará. Bibiana Aido fue inventora de palabras. A ella le debemos el invento de la palabra “miembra”, que no fue aceptada por la RAE. Los viejos ministros, ya se sabe, permanecen retratados en los pasillos de sus Ministerios, que son como corredores de la muerte. Todos ellos desaparecieron de la escena política con la llegada del motorista que les anunciaba su cese.

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