lunes, 7 de noviembre de 2016

Sobre tortillas de patata





Días pasados se celebró en Zaragoza un concurso de tortillas de patata organizado por la revista Gastro Aragón que dirige y edita  José Miguel Martínez Urtasun. Ya hemos salido de dudas: la mejor tortilla de patata es la que hacen en el restaurante Casa Coscolo. El accésit fue para el bar Don Policarpo. Pues nada, habrá que ir a probarlas cuando salgamos de casa para hacer un mandado. El éxito de la tortilla de patata, y ya lo he contado en varias ocasiones, consiste en freír las patatas, cortadas en rodajitas finas hasta el punto de que cuando las escurramos de la sartén con la rasera queden como estratificadas y bastante fritas. Y de nuevo en la sartén, le echaremos la mitad del batido de huevo, siempre abundante, primero por un lado, luego por el otro, y dejaremos que salga algo de ese batido por el borde de la sartén aunque no tenga patata. Las tortillas, a mi gusto, han de ser bastante planas y jugosas. En El Practicón, Ángel Muro, hace referencia a un contramovimiento que considera esencial: “con la mano izquierda se zarandea la sartén en redondo e imprimiéndola un movimiento circular para que la tortilla, así que se cuaje, empiece a girar sobre su base, pero en sentido contrario. A medida que el cuajado se hace más firme, se aviva el zarandeo para que el manjar se colore por igual, según quiera el operador”. Y en  nota al pie, Muro dice: “Invito a todos los cocineros de fuste a que expliquen a sus pinches y ayudantes el porqué de este movimiento”. Bueno, cada maestrillo tiene su librillo. También señala Muro que “la tortilla a la española ha de ser maciza, amazacotada, redonda y de mucho espesor”, justo lo contrario a lo que yo propongo. En El Amparo, las hermanas Azcaray sugieren que “la patata se trocee en cuadraditos y que una vez emplatada se presente en la mesa doblada por la mitad. En fin, sea invención  de las tropas de Zumalacárregui durante las guerras carlistas, de Joseph Tena Godoy y el marqués de Robledo, o del cocinero belga Lancelot de Casteau, que publicó su receta en 1604, lo cierto es que fue un gran invento culinario.

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