miércoles, 28 de diciembre de 2016

Las ideas se asientan dando ejemplo





En su artículo de ABC, “Tener claro qué es lo que somos”,  Ramón Pérez-Maura señala: “Vivimos en un tiempo en que debería dejar de tener sentido el definirse como ‘monárquico’. Eso tuvo razón de ser durante la II República y la dictadura del general Franco, cuando el jefe de la Casa Real vivía en el exilio. En la España presente, cuando nuestro sistema político respaldado por los españoles en un referendo constitucional es la Monarquía parlamentaria, deberíamos considerar monárquicos a cuantos apoyan la vigencia de la Constitución. Incluso a quienes crean que puede ser mejorada sin alteraciones de fondo a ese capítulo”. ¡Toma ya! Pérez-Maura, por un lado, debería recordar las palabras de Adolfo Suárez en una entrevista inédita al expresidente en 1995, que desveló el programa La Sexta Columna el pasado mes de noviembre. Suárez confesó en aquella entrevista que incluyó la palabra rey y monarquía en la Ley de la Reforma Política de 1977 para no tener que hacer la consulta. Sabía que, de hacerla, se perdería. Por otro lado, no hubo jefe de la Casa Real en el exilio. Al perder la Corona Alfonso XIII por vergonzoso abandono, se terminaban los derechos dinásticos. Juan de Borbón se convirtió en un pretendiente al Trono al considerarse heredero de no sabemos qué derechos dinásticos. No consiguió sus propósitos. Y Juan Carlos  fue sucesor “a título de rey” por deseo expreso de un sátrapa. Podría haber elegido a cualquier otra persona. “En alguna ocasión –sigue escribiendo Pérez-Maura-- ha quedado dicho que uno de los errores del reinado de Juan Carlos I fue no asentar la idea de la Monarquía teorizando sobre ella, haciendo una política divulgadora de este sistema político que tiene asiento en algunos de los países más desarrollados del mundo y que en las democracias da una estabilidad política incomparable. Los muchos años de merecida bonanza de ese reinado, combinados con el arrollador don de gentes del anterior Soberano, llevaron a no prestar atención a esa cuestión”. Al señor Pérez-Maura habría que recordarle que en España no hubo monárquicos. Si acaso juancarlistas. Y aquel juancarlismo “instalado” se fue deteriorando progresivamente por los errores tremendos del Monarca y por la poca ejemplaridad de una de sus hijas y de uno de sus yernos, en la actualidad pendientes de sentencia por los Tribunales de Justicia. La abdicación de Juan Carlos de Borbón, obligada por las circunstancias, fue una muestra patente de ese deterioro. El bisnieto de Antonio Maura, según eldiario.es (Raúl Sánchez, 17/6/16), “usó la amnistía para legalizar ocho millones escondidos en Suiza”. Conque menos lobos, Caperucita.

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