domingo, 11 de diciembre de 2016

Lo nuestro no es la logística





Muchas veces he contado algo que todos sabían pero que nadie le daba importancia. Me refiero a que Teruel es la única capital de provincia que no tiene enlace ferroviario con Madrid. Hasta hace unos años no parecía que ello tuviese un interés prioritario en los asuntos del Ministerio de Fomento. Teruel era una ciudad que parecía que no existiese excepto para  los políticos del Partido Aragonés (PAR), que hicieron de ese territorio su feudo. ¿Por qué razón? Sencillamente porque les favorecía la ley D’Hondt al contar esa provincia con muy pocos habitantes. Pero, claro, las cosas han cambiado y se ven con otros ojos desde que General Motors envía los automóviles que fabrica en la factoría de Figueruelas al puerto de Valencia, o sea, desde que Renfe se encarga dos días por semana de llevar esos coches a su destino de embarque, un viaje que comienza en Grisén (Zaragoza) a las 8.10 horas y termina a las 18.33. El lamentable estado de las vías entre Zaragoza y Teruel (182 kilómetros) no permite circular a más de 80 kilómetros a la hora y a ello hay que sumar las largas esperas; es decir, que cada convoy debe permanecer parado casi cuatro horas para hacer un cambio de maquinista y otra casi media hora para dejar pasar a los trenes de viajeros, con prioridad en vía única. Lo de la prioridad para trenes de viajeros puede entenderse, pero la larga espera para el cambio de maquinista no lo entiende nadie que tenga sentido común. Me gustaría que el exalcalde de Santander y ahora ministro de Fomento, Iñigo de la Serna, diese una explicación, ya que nunca la dio su antecesora en el cargo Ana Pastor. ¿Acaso hay que esperar a que el maquinista del relevo llegue desde Alcázar de San Juan o desde Calahorra? La razón parece que es otra mucho más peregrina, si hacemos caso al diario Heraldo de Aragón: “La política de ahorro –cuenta ese diario- también llevó a Renfe a cerrar la residencia de maquinistas de mercancías de Teruel hace más de seis años, lo que también tiene consecuencias directas en la explotación: los profesionales de Zaragoza llevan los trenes cargados de coches hasta Teruel y se vuelven en un regional, mientras que los compañeros que deben acabar el trayecto hasta el puerto tienen que llegar en otro regional desde Valencia. Con los horarios existentes, las demoras se alargan hasta lograr que un convoy del siglo XXI tarde más que una locomotora de vapor en el primer tercio del siglo pasado”. Vale, todo aclarado. Lo nuestro no es la logística.

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