lunes, 12 de diciembre de 2016

Para abrir boca





Ahora que se acercan las navidades, propongo una receta copiada del Restaurante Los Delfines, en la calle Santander, 31, de Zaragoza, para triunfar con los amigos que hacen tiempo para sentarse a la mesa. Es sencilla de hacer. Ya en 2007 el entonces jefe de cocina Jorge García y el maestro cervecero de La Zaragozana, Antonio Fumanal, se pusieron de acuerdo para permitir que el vapor permitiera que los alimentos absorbieran las cualidades de la cerveza. Fue, entonces, y han pasado casi diez años, fue cuando idearon un menú degustación a base de siete platos, entre los que se encontraba el Bloody Mary con berberechos al vapor de cerveza, que aquí propongo con los siguientes ingredientes: zumo de tomate, zumo de limón, sal, pimienta, tabasco, vodka, berberechos, gelatina y cerveza. Para su elaboración, se ponen los berberechos con la cerveza (botellín de 1/5), se tapa y se calienta en una cazuela hasta que se abran. Más tarde se separa el berberecho de su concha. Se diluyen cuatro hojas de gelatina en el botellín. Cuando esté semilíquida, se sumergen los berberechos uno a uno. Se reservan en frío. En una coctelera se mezclan cuatro partes de zumo de tomate con una de vodka, unas gotas de limón y otras de tabasco. A la hora de servir en la copa de cóctel se añadirán tres berberechos y una ramita de perifollo. Así de simple. Y puede acompañarse con unas empanadillas de pequeño tamaño. Las mejores son tres, como las hijas de Elena. Deben servirse calientes y estar hechas con buen hojaldre crujiente, cosa difícil de conseguir. Pueden ser de atún, tomate frito y huevo duro; de cebolla caramelizada y foie-gras auténtico (no es necesario que el hígado de pato esté hipertrofiado. Si es pequeño, de color beige, tiene el sabor más pronunciado); o de sobrasada y miel. Para conseguir la mejor masa de empanadillas serán necesarios 200 g. de harina, pizca de sal, chorrito de aceite de oliva y un decilitro de vino blanco. Todo ello se mezcla en un bol hasta conseguir una masa homogénea. Se lamina con un rodillo (como el que tiene tu mujer en la mano cuando te espera a la puerta de casa cada vez que llegas tarde por la noche) y se corta la lámina en círculos con la ayuda de un vaso, se rellenan esos círculos con los ingredientes preferidos (ya he dicho que para mí sólo existen tres) y, las empanadillas, ya con forma de media luna, se colocan en una bandeja en el horno después de haberlas pintado con huevo batido y de  haber marcado los dientes con la ayuda de un tenedor en el extremo de cada una de ellas. Se deberán tener en el horno 15/20 minutos a 180 grados. El resultado final será grandioso.

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