lunes, 27 de febrero de 2017

Aquel no era año jubilar





El cura, cuyo nombre desconoce este cronista, le aclaró a  Pedro Cedrés que había basílicas mayores y basílicas menores. Que las basílicas mayores se distinguían por poseer un altar papal y una sede reservada para el Romano Pontífice, además de una puerta santa que se abría a los peregrinos en los años jubilares. Pedro Cedrés se rascaba la cabeza como si no entendiese nada. Se atrevió a señalarle al cura que tales cosas sólo pasaban en Santiago de Compostela, donde estaba el auténtico botafumeiro, el que trataban de copiar Higinio Gavilán y él para prestigio de la parroquia. Pero el cura sin nombre, muy avispado e intuyendo adonde pretendía llegar Pedro Cedrés con tanta pregunta,  y consciente de que la iglesia parroquial de aquel pueblón nunca podría obtener el título pontificio de basílica ni mayor ni menor, se adelantó a aclararle a Pedro Cedrés que, excepto la de Santa María de los Ángeles, en Asís, las basílicas mayores se hallaban todas en Roma, pero que ninguna de ellas era equiparable a una catedral. Cedrés, a partir de aquel momento, ya no entendió nada. --Entonces, padre, ¿lo del Pilar y el Valle de los Caídos…?--.  El cura fue rotundo: -- ¡No sé..., la verdad es que no lo sé!--. Calle abajo regresaban presurosos y alzando considerable tolvanera los monaguillos de jornada, o de retén, con la aceitera que les había sido facilitada por Áurea Castrejón Brindis. Desde el balcón de su casa, Áurea Castrejón Brindis advertía cómo evacuaban sus orines los hombres junto al parapeto encalado. Evaluó con pequeña desviación las correspondientes tallas de sus ciruelos, que proyectaban en la tapia una sombra afín a la que ejerce la púa sobre el careto del reloj de sol. Higinio Gavilán también fabricaba por entonces unos condones seguros y de mucho rendimiento a partir de tripas de cordero. Se los dejaba muy económicos a Belfast, o sea, a Perico Durango, en agradecimiento al suministro de los bidones de gas-oil. El pirotécnico Higinio Gavilán era un buen tipo, siempre ávido por agradar a sus aliados.

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