jueves, 2 de febrero de 2017

La Candelaria





La fiesta de la Purificación (candelaria) que celebra al Iglesia Católica hace referencia a la presentación de Jesús en el templo y a la purificación de la virgen María. Esa purificación equivale al final de la cuarentena de la mujer parturienta. Por esa razón, la fiesta de la Purificación se celebra 40 días después del nacimiento del Mesías, tal como aparece en Levítico 12.1: “La mujer cuando conciba y dé a luz varón, será inmunda siete días; conforme a los días de su menstruación será inmunda”. Lev.12.3: “Y al octavo día se  circuncidará al niño”. Lev. 12.4: “Mas ella permanecerá treinta y tres días purificándose de su sangre; ninguna cosa santa tocará, ni vendrá al santuario, hasta cuando sean cumplidos los días de su purificación. Si es varón, queda impura durante siete días y al octavo día será circuncidado el hijo. Después, la mujer permanecerá en la condición de purificación por treinta y tres días más. Los primeros siete días serán como la impureza en los días de su menstruación”. A su vez, la fiesta judía procede de las Fiestas Lupercales de la Antigua Roma, cuyo nombre deriva de lupus (el lobo que representa al dios Fauno que tomó el sobrenombre de Luperco) y de hircus (macho cabrío, considerado como animal impuro). Bajo la sombra de la higuera, llamada Ruminalis (que había tenido la cesta en cuyo interior se encontraban Rómulo y Remo), comenzaba la fiesta con una ceremonia oficiada por un sacerdote en la que se inmolaba una cabra. Después ese mismo oficiante tocaba la frente de los luperci con el cuchillo teñido con la sangre del sacrificio y después borraba la mancha con un mechón de lana impregnada en leche de cabra. Entonces, los lupercos prorrumpían en una carcajada ritual. A continuación se formaba una procesión con los lupercos desnudos que llevaban unas tiras hechas con la piel de la cabra recién inmolada y con ellas azotaban manos y espaldas de las mujeres que encontraban en el camino dispuestas a ser parte de la ceremonia; era el ritual para la fecundidad. Se consideraba  que era un acto de purificación, la así denominada februatio. Hay un refrán que dice: Si llueve por la Candelaria, apaga la brasa. Tradicionalmente, aunque mucha gente lo desconoce, los nacimientos (belenes) de desmontan una vez pasada esa fiesta.

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