miércoles, 8 de febrero de 2017

Una astralica de mano





Con el café con leche del desayuno me gusta escuchar “Estampida”, “Guateque” y “Terciopelo” por el Club del Río. Es bueno comenzar el día escuchado a esos magníficos músicos. Y lo cuento ahora, cuando comienza la tarde y cuando acabo de conocer la noticia de la muerte de José Luis Pérez de Arteaga, que con maestría comentaba los conciertos de Año Nuevo desde Viena. Un día raro el de hoy, donde también me entero de que Rajoy se ha ofrecido a Trump como interlocutor de Estados Unidos en Europa y América Latina. Por Dios, ¡que osado! Es como si servidor de ustedes se ofreciera para dar clases de alemán en el Liceo Molière de Zaragoza. Ocurriría como lo acontecido en la Torre de Babel. Ni los niños aprenderían alemán ni a mí se me quedaría nada de francés. Rajoy se ha venido arriba, como José Tomás en La Mestranza, y lo mismo entiende de hilos de plastilina, que del tiempo que hará mañana, que de planchar un huevo frito o freír una corbata. Rajoy es, como dicen en léxico aragonés, “una astralica de mano”. Y para el que no lo sepa, astralica equivale a hacha pequeña. Sirve para todo. Trump, que cuenta con dos bases en España, en Rota y Morón, y que es un multimillonario con olfato emprendedor, debe ser consciente de que en nuestro país se ha conseguido el más difícil todavía, o sea, poner un impuesto al sol en beneficio de las compañías eléctricas, esas empresas que ganan más dinero con las puertas giratorias que con las turbinas hidráulicas. Rajoy lo que debe hacer ahora, a mi entender, es aprender inglés, como hizo Aznar cuando llegó en julio de 2006 de Estados Unidos hablando con acento tejano y diciendo “estamos trabajando en ello”, sin que supiéramos nunca a qué se refería. Tal vez Rajoy también desee “trabajar en ello” y nos líe la tercera guerra mundial. Estos gallegos es lo que tienen.

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