lunes, 6 de marzo de 2017

Elogio del cocido




“Está la pota en la lumbre. El fuego, manso, calienta poco a poco el agua y un trocito de unto. Los primeros en zambullirse en la pantagruélica olla son el lacón y la carne del porco...”. Así comienza un artículo de Xurxo Melchor (La Voz de Galicia, 02/02/2005) que titula  “Oda al cocido”. El cocido, que según Gregorio Marañón libró de la muerte a más gente que la penicilina, es plato contundente que bien merecería una escultura. Hoy lunes, El Español da cuenta de los mejores restaurantes de la Comunidad de Madrid especializados en el noble arte de servir un excelso cocido madrileño,  como dio cuenta aquel pasodoble que cantaba Pepe Blanco en la época del racionamiento: “Cocidito madrileño, repicando la buhardilla/ que me huele a hierbabuena/ y a verbena en las Vistillas…”. Pepe Blanco, alias Marchenita, que había sido taxista en Cenicero, era un hombre que había comido pan de muchos hornos. Pues bien, entre los mejores restaurantes que ofrecen esa comida de dos y tres vuelcos destacan EL Cherolés, en San Lorenzo de El Escorial; le siguen Malacatín, en el barrio de La Latina; L’Hardy, el la carrera de San Jerónimo; y el Nuevo Horno de Santa Teresa, en Santa Teresa, 8. Xurxo Melchor escribió sobre el cocido.” Cuando el cocho ha cocido le llega el turno a la gallina y a la ternera, que hierven aparte, como los grelos, patatas, garbanzos y chorizos. Tras hora y media o dos horas de hervidura, los ingredientes se sirven en bandejas, en delicioso mosaico de sabor y color. Tan sólo queda hincarle el diente. Es el cocido comida social. De las que necesitan buena compañía y mucho tiempo. Se zampa lentamente y hasta reventar, haciendo hueco en el estómago donde no lo hay. Es la enchenta por antonomasia. La mariscada de cortello. El plato del hombre llano”. Dicho queda.

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