lunes, 17 de abril de 2017

Lo necesario y lo urgente




Señalar, como señala la prensa, que “la asistencia a la misa del Domingo de Resurrección ha sido la única actividad pública que han llevado a cabo los reyes esta Semana Santa en Mallorca”, se me antoja como algo intrascendente y que pertenece al ámbito privado de cualquier ciudadano. Una actividad pública del jefe del Estado es otra cosa. Lo de ayer en Mallorca es, si ustedes me lo permiten, un “termómetro” que indica  el “calor” con el que los ciudadanos acogen la visita de Felipe VI a una concreta Comunidad Autónoma donde pasa los veranos. Tal vez esa visita  al  País Vasco o a Cataluña, donde también existen magníficos lugares para ociar en el estío, hubiese sido recibida con una clara “hipotermia”. A un jefe del Estado no se le exige que vaya a misa en Palma de Mallorca, de romería a la ermita de Santa María de los Pinares en Cerro Muriano, o que rece el rosario en familia. España es una monarquía parlamentaria en la que el rey ejerce la función de jefe de Estado bajo el control del Poder Legislativo y del Poder Ejecutivo. El nacional-catolicismo, por fortuna, pertenece a una etapa histórica reciente que es mejor olvidar. No hay que confundir. Una actividad pública del jefe del Estado sería, verbigracia, visitar de forma oficial las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, situación que no se ha producido todavía desde la segunda restauración de la Casa de Borbón en España, esta última por obra y gracia del dictador Franco, hace casi 42 años. Esa sí sería, a mi entender, una actividad pública necesaria y urgente que ya no admite más demoras.

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