martes, 9 de mayo de 2017

Unas necesarias precisiones




Inexplicablemente, la proposición no de ley socialista para exhumar los restos de Franco de su emplazamiento en el suelo horadado del paraje de Cuelgamuros, en el macizo de Guadarrama, no parece que vaya a prosperar, si tenemos en cuenta que el Partido Popular no está por la labor y de que no cuenta con el respaldo de esa iniciativa de Podemos o ERC. Al final va a ser cierto aquello de que contra Franco vivíamos mejor. Por todos es sabido que el fascista que ganó una guerra murió  en el sanatorio madrileño de La Paz y en su cama hospitalaria. A su yerno, el marqués de Villaverde, se le atribuyen presuntamente unas  fotografías le Franco en la UCI, lleno de tubos, que circularon en algunos semanarios. El caso de José Antonio Primo de Rivera es distinto, ya que fue fusilado en la prisión provincial de Alicante por conspiración durante la Guerra Civil. José Antonio murió tras el tiro de gracia de Guillermo Toscano, que también se los dio a Ezequiel Mira Iñesta, Luis Segura Baus, Vicente Muñoz Navarro y Luis López López, que acompañaron al jefe de Falange Española ante el pelotón de ejecución, compuesto por 14 fusileros, entre anarquistas, soldados del Quinto Regimiento y guardias de asalto, que dispararon con Mauser modelo Oviedo1916. José Aznar Esteruelas, médico forense, casado, de 56 años y natural de Zaragoza,  el 3 de mayo de 1940 declaró ante el juez lo siguiente: “Me tocó por turno, como médico forense, asistir al fusilamiento de José Antonio y de los otros cuatro presos, fusilamiento que no presencié pues esperé en uno de los pasillos de la cárcel provincial a que se llevasen a cabo, para después certificar las muerte. Puedo manifestar que a uno de los otros cuatro fusilados le tuvieron que disparar dos tiros de gracia, pues parece ser que principalmente en el momento de la ejecución se cuidaron de apuntar a José Antonio y descuidaron a los demás”. El otro forense, Manuel Hurtado Martínez, de 65 años, casado y natural de Murcia, declaró: “Como médico de la Beneficencia Municipal concurrí a esos fusilamientos, acto que no presencié, pues me escondí tras un recodo para no verlo”. A ninguno de ellos se les practicaron autopsias. El certificado de defunción de José Antonio tuvo que ser expedido en Alicante el 5 de julio de 1940, por orden del Juzgado de Primera Instancia número 2, en presencia del juez municipal Federico Capdepón  Icabalceta y del secretario del Distrito del Norte, Rafael Martínez Bernabéu. El acta de la defunción se encontraba depositado en el Registro Civil, sección de Defunciones, al folio 313 del tomo 19.

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